TW
0

Sabes, pequeño Rock, que esta vida es un valle de lágrimas. Yo las he derramado desde los quince años, cuando mi madre su fue al paraíso. Luego las he derramado en múltiples ocasiones, que ya son tantas que no recuerdo, pero en este momento, y en esta hora y día, pienso que las voy a derramar, cuando dentro de unas semanas regrese a Menorca.

Dejar Dominicana será dejar, que no olvidar, mi estancia en este lugar. Antes de irme -que no será posible- me gustaría pasar una tarde en Los Ranchos, dormir una noche (o dos) en las Terrenas, recorrer las noches de La Romana, o sumergirme en el Mundo de la Hispanyola, pero…

Ahora, que huelo el avión de Iberia, que siento un vacío infinito en mi corazón, recuerdo las lágrimas olvidadas.

Lágrimas que no han sido más abundantes gracias a muchas personas. Joana Arnau, en Alayor, Santos Vaquero, en Barcelona; Inés Cañellas, en Mahón; Isabel, en Madrid; Merche, en Canarias; Ana, en sus Islas Canarias; tantas y tantas personas, que las englobo en mi amigo Fedreric…

Así que querido Rock, escueto y simple, vuelvo a tu encuentro, ya tú sabes, eres mi nieto. Nos vemos.