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Tras ganar las elecciones y llegar al Consolat de Mar con mayoría absoluta, José Ramón Bauzá tenía, además de enfrentarse a la dura tarea de gobernar en una situación de crisis, que desprenderse de la pesada herencia de Jaume Matas. Cuando el ahora líder de los populares se hizo con las riendas del partido, el objetivo a corto y medio plazo era superar de la forma menos traumática la travesía en el desierto de una formación noqueada y recuperar la Presidencia del Govern. Una vez lograda la victoria en las urnas, había que restaurar los cimientos del PP. Por ello, el Congreso Regional de este fin de semana en Palma tenía que servir como elemento aglutinador en torno a su figura, para así lidiar con autoridad las voces críticas. Para ello, Bauzá ha apostado por una doble vía: el municipalismo y regionalismo. Con una ejecutiva rodeada de fieles ediles (entre los que se encuentran Misericordia Sugrañes y Lluís Camps) y la elección de Miquel Vidal como secretario general - con la intención de blindarse en la Part Forana-, el presidente balear coge aire para seguir con su programa de gobierno, en medio de una oleada de críticas sociales. Ayer fue releegido por una amplia mayoría. La solidez y la fuerza adquiridas le dan una tregua y un importante aval de la militancia.