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Mira que lo siento, he estado artículos y artículos criticando a la casta dirigente sin motivo, si yo soy tonto hasta decir basta, que culpa tienen ellos.

No sé cómo he podido estar tan ciego, cómo he podido ser tan torpe, cómo no he sido capaz de entender sus claros y contundentes argumentos. Mis conexiones neuronales desafinaban más que Enrique Iglesias en sus conciertos.

Pero ahora por fin lo he entendido todo, he sido tocado por la varita de la racionalidad y he abandonado mi estado de estupidez permanente.

Cómo no pude ver antes que si cerraban hospitales era para mejorar la sanidad. Cómo no intuí que recortar la inversión en educación hace que el sistema educativo sea mejor.
Cómo no comprendí, a tiempo, que recortar todos los derechos laborales es lo mejor que les puede pasar a todos los trabajadores de este país. Cómo no supe apreciar que quitar el 21 % de la inversión en política de empleo nos iba a traer, sin duda, una mayor tasa de ocupación.

Cómo he podido ser tan obtuso para no ver que los enemigos son los inmigrantes que son unos delincuentes; los funcionarios que son todos unos vagos; los sindicatos que son todos unos corruptos; los discapacitados (por eso se les congela la Ley de Dependencia); los pensionistas que cobran sin currar; los investigadores que se empeñan en descubrir cosas nuevas; los maestros que tienen demasiadas vacaciones; los pobres que se emperraron en vivir con dignidad; las mujeres que se empeñaron en buscar la igualdad de oportunidades (por eso se ha recortado en los planes de igualdad y en la lucha contra la violencia de género ); los niños que no se están quietos y tienen la manía de querer comer cada día; los jóvenes que en lugar de quejarse tanto tendrían que emigrar todos juntos, con sus perros y sus flautas, a vender cafés a Londres, etc.He sido tonto hasta decir basta por no querer aceptar que los salvadores son los políticos, por eso hacen bien en no recortar sus privilegios y en no perseguir la corrupción; los banqueros a los que debemos rescatar las veces que haga falta y darles jubilaciones millonarias, con el estrés que sufren los pobres. Nuestros amiguitos son el FMI, el BCE y la CEOE, no se puede ser mala gente con esas siglas tan chulas y esos trajes tan elegantes. Ellos saben lo que hacen, tienen las ideas claras y nos sacarán a todos de este atolladero.No dejaré de dar gracias por ser capaz de ver la luz, por ver, por fin, quienes son los buenos y quienes los malos en esta película, por entender que en mi torpeza me equivoqué gravemente apuntando a quien no debía.

A los pocos que aún nadan en las aguas de la crítica y la reivindicación, les animo a un ejercicio de reconversión: miren fijamente a los ojos de los que mueven los hilos, y verán la ternura, la humanidad y la solidaridad en el fondo de sus corazones.

Sinceramente, queridos lectores, me alegra tener las cosas claras; aunque pensándolo todo un par de veces, después de una noche de trabajo y de apurar un café bien cargado, quizás haya dejado de ser un tonto hasta decir basta, pero puede que me haya convertido en un imbécil integral.