TW
0

Si los pueblos no fueran políticamente volubles no harían falta elecciones. Bastaría con pasar lista y actualizar las listas de altas y bajas de cada facción y todo se resolvería en un pispás. Afortunadamente no tenemos las ideas tan fijas y necesitamos votar para cambiar de gobierno.

Los griegos acaban de dar una gran demostración de inconsistencia, gracias a Dios. Dando la mayoría a los conservadores de Nueva Democracia, que además se beneficia de la prima de 50 diputados que la Constitución helénica regala a la primera fuerza parlamentaria, han devuelto al poder al partido que manipuló las cuentas públicas y mintió a la UE. Los electores, en cambio, han castigado al PASOK, el partido que trató de reparar el entuerto, quizás porque hay entuertos imposibles de enderezar.

Mientras el resto de europeos respiramos momentáneamente aliviados porque no han ganado los partidos contrarios al euro, los griegos quizás confían en que Samaras vuelva a hacer uso de la contabilidad creativa para engañarnos otra vez. Aunque seguramente se basta y se sobra, aquí en España podría fichar a una buena cantera de oráculos. Esperan una llamada, olímpicamente sentados en sus bancos.