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Se abre esta tarde en Ciutadella, oficialmente, la veda del 'mal de cap i ses agrures' que acompañará a jóvenes y no tan jóvenes a lo largo de los domingos de verano.

Esta es la agradable sensación con la que te despiertas después de una ingesta, accidental o no, de una cantidad desproporcionada de pomada, 'gin amb llimonada' o lo que te echen en los bares. Porque los menorquines somos la repera. ¿Cuántas veces se nos ha ido la mano con los brindis y al día siguiente, rozando el límite de lo soportable, nos hemos jurado y perjurado que no volveríamos a beber más?

Y cuando prometemos algo, lo cumplimos a rajatabla. O al menos hasta el sábado siguiente, cuando pasamos de Sant Gaietà a Sant Llorenç, por ejemplo. Los domingos, en según qué playa, suele haber un desfile de resacas y ojeras que los turistas habituales ya contemplan como algo propio de la fauna y flora autóctona.

No es nada nuevo lo de la resaca. El día a día está plagado de efectos o indicios que te hacen pensar que alguien, en su momento, también estaba algo perjudicado. Un claro ejemplo son las medusas. Un animal idiota que navega a la deriva por el mar hasta aterrizar, con suerte para ellas, en algún brazo o alguna pierna de un bañista despistado al que le pega un latigazo. Si no corren esa fortuna acaban evaporándose en algún muelle víctimas de la curiosa crueldad infantil y de su infalible salabre. Quid pro quo.

Otro ejemplo son los ornitorrincos. Si analizas detenidamente a un ornitorrinco te das cuenta de que parece que está hecho rápido y de cualquier forma con las sobras de otros animales. Pico de pato, cola de castor, patas de nutria y encima va y, siendo un mamífero, pone huevos y, los machos además sueltan veneno por las patas. Si encima fuera carnívoro ya sería el puñetero rey de la jungla.

Entender lo que pasó es fácil. Es como la típica vez que un domingo post-Sant Joan nos despertamos convencidos de que somos unos cocinitas e intentamos hacer una tortilla de patatas. Al final, culpa de la resaca o no, acaba siendo un revuelto, feo, requemado e insípido. Aunque eso sí, con mejor pinta y aspecto que cualquier ornitorrinco. 'Seny amb sa pomada'.
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dgelabertpetrus@gmail.com