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Sant Joan se enfrenta este fin de semana a una prueba de fuego. Durante dos días Ciutadella acogerá un gran número de personas con ganas de disfrutar de una de las grandes celebraciones de Balears. Su atractivo espectacular y la promoción en el ámbito balear han provocado un efecto reclamo, el desembarco de una gran multitud, principalmente de Mallorca. Lo positivo que tiene la celebración de Sant Joan no ha de evitar que se valoren los riesgos. Los más importantes son: el incremento de los accidentes, como consecuencia de un mayor consumo de alcohol; la pérdida de la vistosidad de los actos y de los valores que ha preservado el protocolo tradicional y el sentimiento 'santjoaner'; el incremento de la tensión en momentos concretos de la fiesta, principalmente en los juegos de Es Pla; y el conflicto que se percibe en ocasiones puntuales entre menorquines y visitantes. Sant Joan no ha de dejar nunca de ser una fiesta, en la que disfruten todos los participantes, los miembros de la "qualcada" y la multitud que les rodea. Conviene integrar y no enfrentar, fomentar el respeto a las tradiciones, compartir ese valor especial de Sant Joan, para que otros, como ya sucede, lo aprecien de verdad. La fiesta ha superado bien hasta ahora los retos que se le han planteado. Que siga así.