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Como mi vida laboral no puede mejorar de ninguna manera, me reconforta y alegra que la vida laboral de los demás se vaya a la mierda. Como me han robado todos los derechos y me han convertido en un esclavo, no quiero perder el tiempo en luchar contra semejante injusticia, prefiero perder el tiempo criticando e insultando al que aún conserve alguno. Y mi presa favorita es el funcionario.Esa panda de vagos cuyo único mérito es el de haber aprobado unas oposiciones, me trae por la calle de la amargura.

Que no me vengan con que a las oposiciones se podía presentar todo el mundo, que las reglas para acceder a la administración pública eran las de igualdad, mérito y capacidad, que no me cuenten que muchos trabajadores públicos son mileuristas, no me interesa.
Que no me argumenten que los médicos, profesores, bomberos, cuidadores de ancianos o de personas con discapacidad, trabajadores sociales, enfermeras o celadores, policías, etc. son trabajadores públicos a mi servicio, currantes al fin y al cabo; para mí son todos una panda de enchufados y privilegiados, y lo que se debería hacer es despedirlos a todos.

Que no me suelten el rollo de que somos uno de los países de Europa que menos gasta en servicios públicos, de que lo privado solo es para quien lo puede pagar, que trabajadores públicos no sobran en este país, que lo que sobran son asesores, cargos de confianza, enchufados políticos, etc. Que no me vengan con que son currantes que también tienen familia y responsabilidades, que han perdido más del 30% del poder adquisitivo en 5 años etc.; todo ese discurso me aburre. Busco mi alegría en ver cómo los trabajadores públicos son despedidos, en ver cómo se les baja el sueldo o se les hace trabajar más por menos dinero, que aprendan. Los trabajadores públicos deben pagar el gran pecado de haber aprobado unas oposiciones y creerse que podían vivir con dignidad, leña para todos.

Es cierto que durante un tiempo se les veía como a unos pringaos, cuando se ganaba el doble en el ladrillo o en la privada, trabajar para la administración era de torpe y poco ambicioso; pero esos tiempos han terminado, y ahora los funcionarios me vienen bien como cortina de humo para tapar que recortan la prestación por desempleo, que suben el IVA, que cierran hospitales, que en este país han condenado a la pobreza a doce millones de personas de las cuales dos millones son niños, etc.

Si no estoy enfermo para qué quiero médicos o enfermeros, si no estudio para qué quiero profesores, si no incumplo la ley para qué quiero policías, si no tengo familia anciana o discapacitada para qué quiero cuidadores o trabajadores sociales, si no se me está quemando la casa para qué quiero bomberos, si me puedo pagar todo lo privado para qué necesito lo público.

Dicho todo esto, queridos lectores, que disparen al funcionario que es un mal bicho, y el día que no me `pueda pagar lo privado y necesite lo público, aún les dispararé con más ganas, porque si los servicios públicos van mal, no es por los recortes, la corrupción y la mala gestión, es porque los funcionarios son todos unos vagos que se pasan el día desayunado, ni que tuvieran tres estómagos. Menos mal que ya están en vías de extinción.