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La bisutería y el calzado son las principales industrias de la Isla que, a pesar de las dificultades y el proceso de reconversión que han realizado en los últimos tiempos, intentan hacer de contrapeso al monocultivo turístico, contribuyendo de esta manera a la diversificación de la economía menorquina. Pero su subsistencia no es fácil en un mercado globalizado y por sufrir los inconvenientes de la insularidad, un hecho que les resta competitividad. Lejos quedan ya los años en los que la actividad económica mantenía un equilibrio entre los sectores industrial, turístico y agrícola. Por ello, el anuncio realizado ayer por el vicepresidente económico, Josep Ignasi Aguiló, de que no habrá ayudas a la industria en 2013 es una mala noticia que pone en jaque la actividad promocional y la exportación de la producción. Así se lo expusieron los fabricantes al representante del Govern, quien se comprometió genéricamente a resolver conjuntamente las necesidades que cubrían las ayudas. Además garantizó el pago de las deudas pendientes y la aplicación de una serie de cambios legales y estructurales para fortalecer a las empresas. Sin embargo, la realidad es que sin el apoyo económico para salir al exterior los industriales se quedan en una situación de debilidad.