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Los que han tenido la paciencia de seguir mis artículos ya saben que soy algo lento, que no enlazo razonamientos demasiado bien y, por lo tanto, me cuesta entender algunas cosas; pero de todos los temas que se me escapan, y les aseguro que son muchos, hay uno que se ha pegado, recientemente, a una de mis dos neuronas, ¿para qué puñetas sirve la CEOE?

La Confederación Española de Organizaciones Empresariales se supone que es el interlocutor de los grandes empresarios, es decir su voz cualificada, como lo son las pymes de la pequeña y mediana empresa.

Bien, pues cada vez que los portavoces de la CEOE abren la boca sube el pan. Se supone, que ellos grandes empresarios deberían estar creando empleo, y lo cierto es que no lo hacen. Se supone que ellos, grandes gestores, deberían tener sus cuantas saneadas, y parece ser que cerraron el año pasado con un déficit de 1.9 millones de euros, y que además tienen previsto despedir entre un 25 y un 30 por ciento de sus trabajadores. Se supone que ellos, dueños de grandes fortunas y defensores de lo privado frente a lo público, deberían rechazar los millones de euros de subvenciones del dinero de todos los contribuyentes, pero no lo hacen. Se supone que ellos deberían ser ejemplo de una gestión ética y eficaz, y resulta que su penúltimo presidente, el gran Díaz Ferrán, quebró viajes Marsans y Seguros Mercurio, dejando a cientos de trabajadores en la calle, y un montón de deudas detrás por la cuales le embargaron, entre otras pertenencias, su yate.
Se supone que todos ellos, hombres cualificados y triunfadores, deberían tener recetas para ganar dinero y salir de la crisis, y en lugar de pedir un cambio en el modelo productivo, o más inversión en investigación y desarrollo, o modelos de gestión éticos y viables, se dedican únicamente a pedir esclavos, bajadas de sueldo, recortes de derechos, recortes de prestaciones a los parados, eliminación de servicios públicos, reforma de las pensiones, alargar jornadas de trabajo, alargar la edad de jubilación, etc.

Y no lo hacen con modestia y discreción, lo hacen con arrogancia y chulería. Todos son culpables menos ellos, los parados por no currar, y los currantes por pedir dignidad.
Y que nadie les sople, que amenazan con llevarse la producción a China o Taiwan, donde con sueldos de 100 euros lo arreglan todo, y además no tienen que preocuparse de huelgas, o mujeres embarazadas, y los niños trabajan rápido y barato.

Seguro que algún economista salido de la escuela ESADE (la misma donde estudió Urdangarin) o alguna otra parecida, me suelta una parrafada técnica increíble y me desmonta mis dudas en menos de una minuto.

Pero hasta que ese economista altruista decida perder el tiempo con alguien como yo, me seguiré preguntando, al igual que muchos de ustedes, para qué puñetas sirve la CEOE.