Postales Internacionales Color (Barcelona y Madrid) Werticrom S.A. Depósito legal, B. 4308. XI. Titulada, danzas típicas. En la misma se observan personas tan queridas como el maestro Cosme Huguet, "mestre Llorenç", su esposa Magdalena, acompañando con las guitarras y bandurria una pareja de baile, mientras María del Pilar Escandell sacaba agua de la cisterna y Lali "de cas ferrer de sa Raval" observaba el entorno (Archivo Margarita Caules)

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En los documentos que nos dejaron nuestros mayores, se encuentran los trabajos del mes de julio. Finalizada la recolección de la cebada empezaba la del trigo y centeno, la mayoría de payeses de nuestra isla hace tiempo no se dedican a ello. Todos conocemos a "l'amos" que al mismo tiempo se encargan de dos o más fincas a la vez. Antaño esto hubiera sido imposible.

Queda en el recuerdo, que a medida que iban madurando, se recogían las semillas de los árboles. Se injertaban de escudete en albaricoqueros, manzanos, también los perales, ciruelos y por supuesto los almendros.

La influencia de la luna, siempre tan en cuenta en el mundo agrario, "l'avi" dejo anotado que en el menguante del séptimo mes era muy provechoso segar el trigo, siendo el aval para que mejor se guarde y conserve, lo mismo sucede con las almendras. Al hacer referencia a este tema, mi mente se traslada a aquellos atardeceres sentada junto "l'amo En Garró", abuelo materno de esta servidora, Juan Ameller Ameller. Según los archivos de la época, tal cual sus padres, abuelos, hermanos i tota sa parentela, trabajó de aparcero toda su vida. Fue el primero en introducir una segadora al estilo Mallorca como se las conocía. Siendo muy joven, todos los veranos se trasladaba a Mallorca para ganarse un buen jornal segando en sus campos. Según él, no iba solo, otros paisanos de Es Migjorn Gran le acompañaban. Aquella vez, vio por vez primera la prodigiosa máquina de hierro, invirtiendo en una de ellas, cuanto había ganado. Al desembarcar en el puerto de Ciutadella, los hombres no podían dar crédito, tanto que una "madona", de la cual no recuerdo el nombre que citó mil vegades, le hizo un conjuro, en bien de las gentes del campo, no fuera a introducir algún mal entre sus herrajes. Déu nos alliberi, d'entrar en desgràcia.

Las segadoras, fueron un avance, principalmente para la zona de Ciutadella y Ferreries, estoy convencida que a "l'avi", le dio un buen resultado, llenando varias de las "ancolles" que en lo alto del fogón disponía mi abuela Juana.

Como iba diciendo en las noches de verano En Garró, sentado en una silla en la acera frente al portal de su casa de la calle República Argentina, rodeado de niños y niñas del lugar, contaba a modo de cuento lo que se hacía llegado el momento de conducir a la era el acto de garbejar por mediación de las mulas y "bous". Después con las "forques" iban batiendo a medida que hacían saltar la paja de aquel círculo tan curioso como son las eras.

Hubo algo que siempre me llamo la atención, lo escuché en otras ocasiones, y que tantas glosas se han escrito refiriéndose al cuidado que debía tener el aparcero separando el trigo bueno de las malas hierbas, no fuera a ser discriminado por el señor de la finca con aquellas palabras tan famosas. Alerta l'amo, em sembla que feis ses porgueres molt grosses.

Al llegar a este punto casi siempre intervenía mi abuela Juana Pons Massanet, también de Es Migjorn Gran, añadiendo el trabajo que ocasionaba aquel acto, en que llegaban al predio los señores, sus hijos, familiares e incluso amigos llegados de otras ciudades, todos ben mudats con trajes de hilo blanco ellos y ellas vestidas del mismo color con telas de algodón o indianas. A pesar del calor, sus botines y medias de punto con finos calados, dando la nota de modernidad.
El día anterior a "ses mesurades", el humo de la chimenea delataba la proximidad de las mismas. El negro espesor que iba subiendo para encontrarse con las nubes, hacía saber a modo de pregón ocular a las fincas colindantes lo que se iba cociendo. Pan, para servirlo recién hecho, "pastissets", incluso a veces macarrones (de azúcar, que bauticé, al estilo Ciutadella). Dejando para la mañana siguiente las, "greixeres de patata".

Finalizado el trabajo de los hombres, todos se dirigían bajo el porche, recién encalado, oliendo a limpio a "oli de lli", el suelo fregado con los rojos polvos de "omangre", tan característico en el poniente de la Isla a diferencia del levante, apenas usado. Sobre la larga mesa de payés, unas "tovalles", con su puntilla a ganchillo, labor de ajuar de novia. Haciendo resaltar los manjares, pan , queso, los primeros higos, sobrasada sa poltrú i sa bufeta. Las cocas troceadas después de ser espolvoreadas de florete, los "pastissets", macarrones, agua recién sacada de la cisterna, no faltando el vino, es vi fa sang recomendaba el más anciano de los asistentes.

Al son de guitarras y guitarrones, algunas castañuelas, entre voces de improvisados cantos, aludiendo glosas sobre el trabajo de aquella tarde. Saliendo los más jóvenes a bailar el bolero y algún fandango.

Dice Agadet que por la tarde se les subía en el campillo agua fresca con anís y los azucarillos. Efectivamente se me había olvidado escribir, cuando en una de mis rodillas aún hoy llevo una cicatriz a causa de tan dulce golosina. Mamá Teresa las guardaba en una de aquellas rojas ollas de porcelana en lo alto del estante de la despensa, al ver "s' amagatall", aproveche la hora de la siesta para llevar hasta el lugar una silla del comedor, una vez en lo alto me di cuenta de que no llegaba, mas no fue problema, sobre el asiento, una canasta vacía que había llegado aquel invierno de casa Botella, donde mi padre adquiría naranjas de Valencia. Al ir a destapar la olla, tapadera, cajón, niña, todo fue a parar al suelo, al compás del repiqueteo producido por la misma, la que puso en aviso que algo sucedía, y todo por una dolça.

Iba a despedirme, pero a petición de Quica, dejo los antiguos rituales de otros tiempos para explicarles los actuales en un día cualquiera en esta casa.

Llegado el oscurecer, con la caída del sol, las mujeres "des talaiot", cada una provista de canasto, se dedican a la recogida de las judías verdes, tomates, berenjenas, pimientos, todo a la vez, mientras Quica y Praxèdies, acuden al huerto para ir regando, continúan haciéndolo a la antigua, abren el agua del pozo que va corriendo entre los viejos canales, cerrando con un ladrillo las bocas por donde no debe pasar, todo un ritual heredado de unos a otros. La noche es el mejor momento para refrescar la tierra curtida por el sol.
Precisamente ayer, tuvimos un pequeño percance, nuestras compañeras esperaban el prodigioso liquido y tras averiguar pacientemente que no llegaba, cuál no fue su sorpresa al observar, que uno de los pequeños de la casa, había derivado el riego hacia el melonar, los que menos necesitan, los que sí precisan en cantidad son es cobrombols. Es por ello que los entendidos a la hora de la siembra disponen los melones lejos de las tierras donde se hallan estos.

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margarita.caules@gmail.com