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A nadie sorprende ya que se suspendan o demoren proyectos en marcha, incluidos en planes aprobados, con compromisos firmes, que las políticas de austeridad se llevan por delante. El caso, ahora, es el Camí de Cavalls. El anterior equipo de Gobierno del Consell impulsó este trazado único y consiguió un plan de inversiones de Madrid. Desde 2009 se han invertido 2,6 millones de euros y el positivo resultado está a la vista, una ruta de 185 kilómetros, señalizada con hitos de madera, señales, con pasarelas, portillos y muros de pared seca. Ayer, el subdirector general de Desarrollo Rural, daba valor al Camí de Cavalls al describirlo como uno "de los de mayor calidad de los que existen en España", mientras anunciaba que la cuarta fase no podrá llevarse a cabo en esta legislatura debido a la falta de recursos económicos. Es una mala noticia para una ruta que ya ha demostrado que es un producto turístico de interés, capaz de atraer un tipo de visitante distinto al que llena, o casi, las playas en julio y agosto. El Camí de Cavalls necesitará un mantenimiento permanente, en cumplimiento de un plan que ha de asegurar su preservación, impulsando sus posibilidades como atractivo turístico. Para ello, hacen falta recursos.