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Tengo un amigo menorquín que reside temporalmente en Málaga por motivos laborales. Me ha dicho que ha decidido comprarse un coche con el que aprovechar en sus días libres para conocer esa tierra tan bella y variopinta. No dispone (o si dispone, no quiere abonarlo al contado, da igual) de dinero suficiente en su cuenta para pagar el precio del coche al contado por lo que ha decidido financiarlo a un par de años.

Lo expuesto hasta aquí constituye una decisión privada que afecta a su economía privada, exclusivamente; no tiene pues ninguna relevancia para el interés general; por lo menos, superficialmente.

Pero en el fondo sí la tiene pues su decisión de compra tiene trascendencia más allá de su ámbito propio pues la ha llevado a cabo trasgrediendo las múltiples declaraciones de nuestro presidente, el Sr Rajoy, y de sus ministros del ramo económico (y también de algún que otro presidente autonómico del Partido Popular), quienes vienen repitiendo hasta la saciedad que no debe gastarse lo que uno no tiene. Desoyéndoles, mi amigo se ha gastado en un coche lo que no tiene; ha recurrido a la financiación externa que le permite disfrutar hoy de un bien de consumo, su coche, pagando su precio a medio plazo.

Él no acierta a comprender qué haya podido hacer mal gastándose lo que no tiene en el acto de la compra pero que puede pagar aplazadamente, un poco cada mes en los próximos meses.. Entiende mi amigo que, al contrario de lo que entiende nuestro Gobierno, su decisión de financiar la compra del coche es acertada y contribuye modestamente a la reactivación del consumo que es la tabla de salvación de la clase trabajadora, a la que tanto él como yo pertenecemos.

-El mantra del PP de gastar solo lo que se tiene (o de no gastar no lo que no se tiene, que es lo mismo) es el más poderoso veneno paralizante del dinamismo económico que conozco –me comenta mi amigo. Contra este veneno, el recurso a la financiación –continúa- se vislumbra como un buen antídoto, que incomprensiblemente el PP nos niega a los trabajadores y pequeños y medianos empresarios.

- Obviamente, al enemigo ni agua- pienso yo.

A la vista de semejante desvarío, confiamos en que sean los propios empresarios en aras del salvamento de sus propias cuentas económicas quienes alerten a nuestros gobernantes de la importancia de mantener a la clase trabajadora en la posesión de un mínimo poder adquisitivo con el que sigan desempeñando su rol de consumidores, comprando bienes y servicios a las empresas para que éstas obtengan beneficios y puedan emplear y pagar a trabajadores que, automáticamente, se gastan sus salarios en bienes y servicios. Y así, entrar nuevamente en el ciclo virtuoso del que nos han descarrilado con tanto paro.

Alguien debería desempolvar el concepto "multiplicador" de las rentas, o sea, la capacidad de generar economía por un valor multiplicado por cada euro que entra en el ciclo de consumo (o inversión). Quiero decir que el importe del coche que se ha comprado mi amigo multiplica su efecto en la economía real (no especulativa, la que sí se está financiando desde el Gobierno) pues mejora las ventas de la empresa vendedora, su beneficio, favorece el pago de nóminas. Así, la empresa podría reinvertir una parte del precio de venta de su coche, y el empleado que se lo vendió con la comisión obtenida quizás la dedique a la compra de un sofá para su casa; así, la empresa que le venda el tresillo, mejorará sus resultados… el vendedor del sofá con su incentivo por la venta tal vez aproveche para comprarse unas vacaciones en Menorca pues aunque le cueste más caro que en Benidorm, podrá pagar el diferencial con el ingreso extra de la venta del sofá; y así, indefinidamente.

Lamentablemente, nuestro Gobierno en vez de multiplicar no hace sino restar; dice que para sumar. Que me lo expliquen.