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El patrimonio talayótico de la Isla es un producto turístico de enorme importancia, a pesar de su escaso uso y promoción específica. Mientras se tramita el proyecto de su declaración de Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco, se están llevando a cabo iniciativas positivas, que permiten integrar algunos de los principales monumentos en la programación de actividades. Así fue con el concierto de Olga Román en Torre d'en Galmés y va a ser con la presentación de esculturas de Mila Ahedo y espectáculo en Torelló. Algo de tanto valor como estos yacimientos arqueológicos, muchos de los cuales se han ido recuperando durante décadas, debería ser un punto de interés constante por parte de las administraciones y de las empresas. Iniciativas privadas para gestionar las visitas a los yacimientos han dado resultados desiguales, demasiado pobres por las expectativas que en teoría deberían crear. La declaración de Patrimonio de la Humanidad no es el punto de partida, que mantenga en espera la promoción de los monumentos de la cultura talayótica, sino todo lo contrario. Los recintos más destacados han de ser un referente en la gestión cultural y turística, para que ese enorme patrimonio pueda tener el rendimiento social, cultural y económico que le corresponde.