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Un año más, y coincidiendo con la temporada alta, se ha repetido la habitual saturación de los aparcamientos en las playas vírgenes, un problema que se está reproduciendo también en los accesos a las zonas naturales y al Camí de Cavalls. Esta situación ocurre por pura lógica, ya que los veraneantes quieren visitar los principales atractivos paisajísticos de la Isla y que han sido uno de los principales motivos para la elección del destino. De hecho, buena parte de la promoción exterior se centra en este tipo de oferta. Sin embargo, la masificación de vehículos está produciendo un doble efecto negativo. En primer lugar, la amenaza que supone una excesiva presión sobre el territorio. Y en segundo lugar, la mala imagen que se puede llevar el turista al no encontrar facilidades para llegar al lugar que le recomienda la guía de turno.

El debate está abierto y el GOB ha reiterado su propuesta de promover un servicio de transporte público. Evidentemente, las medidas ya no se pueden adoptar para este verano, pero el Consell se ha comprometido a estudiar la iniciativa ecologista y otro tipo de soluciones. La decisión ha de ser evaluada sin precipitaciones dada su complejidad, ya que no solo afecta a la gestión del territorio sino que también hay que analizar otros factores técnicos y socioeconómicos.