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En la decisión del Ayuntamiento de peatonalizar parcialmente el puerto de Maó, desde el pasado 1 de agosto hasta mediados de septiembre, ha faltado diálogo y sobrado crispación. La idea original del equipo de gobierno, y que en su día el PSOE también tenía en mente realizar con diversos matices, persigue un objetivo claro: dinamizar uno de los principales atractivos turísticos y de actividad económica de la ciudad. Sin duda una actuación positiva. El único pero que puede ponerse es haberla puesto en marcha sin el necesario consenso con los comerciantes y restauradores de la zona, por lo que se ha detectado una cierta precipitación en ejecutar la novedosa acción. Ello ha generado un duro enfrentamiento con la parte que se considera afectada. Lo que ya no tiene sentido es continuar con las protestas y medidas de fuerza cuando la temporada alta está en su recta final, y menos aún la convocatoria de una jornada de huelga.

Lo que hace falta ahora es serenar los ánimos y una vez concluida esta primera prueba, Ayuntamiento y los colectivos portuarios han de sentarse y evaluar los aspectos positivos y negativos. En este sentido, la mejora de los accesos a la rada ha de jugar un papel importante para acercar posturas.