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El 1 de julio, el vigía de Monte Toro avista una flota que está poniendo proa al puerto de Mahón. Los mahoneses se aprestan a recibir a la flota, en la creencia de que es Carlos V que regresa de su victoriosa incursión en Túnez. Dos franciscanos toman un bote y se acercan a los barcos que acaban de anclar en el puerto, para darse cuenta, horrorizados, de que sus ocupantes no son cristianos sino turcos, regresan a Mahón y dan la voz de alarma. Los mahoneses se refugian intramuros, cerrando las cinco puertas de la muralla a cal y canto.

Apenas 350 hombres, mal equipados y peor entrenados militarmente (de entre los 1.500 habitantes del pueblo) se preparan para la defensa, en un intento de impedir la entrada de los turcos.
Barbarroja ordena el desembarco de 1.500 jenízaros, y varios cañones, al pie del Castillo de Mahón en lo que hoy se conoce como "sa costa des general". Un voluntarios se ofreció a dar a viso a Ciutadella. Se descolgó de la muralla, cruzó el puerto a nado, pidió un caballo en el lloc de Sant Antoni y salió disparado hacia la capital, informando a su paso por los pueblos de las noticias de la llegada de los turcos. Menorca pide ayuda a Mallorca. Entretanto Barbarroja inicia el bombardeo de las anticuadas murallas ballesteras que rodeaban mahó, centrando sus esfuerzos en el Baluart Gran (hoy ocupado por el teatro Principal).

Las bajas de los defensores son relativamente altas y se acentúa la sensación de miedo ante lo que pueda ocurrir.

Los refuerzos que el Gobernador había organizado desde Ciutadella (y demás pueblos de la isla) llegan ante la muralla mahonesa intentando entrar en Mahón. Pero emparedados entre la muralla y los jenízaros, mueren en el intento, o son capturados. El mismo Gobernador acaba allí sus días acuchillado por los turcos, y como él más de cien hombres.

La derrota de quienes venían a socorrernos, causó una brutal desmoralización generalizada entre los sitiados, y esta circunstancia crea (en palabras de Micaela Mata) "una de las mayores vergüenzas de la historia menorquina" y "una insólita muestra de traición y cobardía difícil de explicar". La sra. Mata defiende la tesis de que la resistencia desde las murallas era posible.

Tesis que no todos comparten. Hay quienes piensan que prolongar la resistencia no haría sino exacerbar el deseo de venganza de Barbarroja, y provocar una masacre brutal.
Lo cierto es que los turcos no atacan de nuevo nuestras murallas. Una bandera blanca es izada (sin que la historia que nos ha llegado concrete quien lo hizo). Algunos mahoneses se pasan al bando contrario (lo que hoy nos parecería, cuando menos, inverosímil).

Barbarroja propone a los sitiados perdón de sus vidas a cambio de tomar la ciudad, pero al mismo tiempo amenaza que de no rendirse los pasará a todos a cuchillo. Y aquí la moral de los mahoneses se resquebraja.

Piden tregua y discuten entre ellos que camino tomar. (El "divide y vencerás" usado por el turco causa estragos). Unos quieren resistir, mientras que otros prefieren capitular.
El pánico gana la batalla moral y el Concejo opta por la capitulación pactada con el turco (en la esperanza de que éste les permita "salvar los muebles") Craso error.

Varios capitostes mahoneses van al cuartel general del turco (que la historia nos indica estaba en lo que desde entonces se conoce como "sa sínia d'en Barbarossa") y allí se dan cuenta que Barbarroja (a la vista del acojono general que ha provocado) endurece sus demandas y exige el saqueo de Mahón y la entrega de 200 niños/as para ser vendidos como esclavos.

La cosa no podía tomar peor cariz. Y muchos sitiados acaban sucumbiendo a las nuevas demandas. Quizá no sepamos nunca que desánimo les hizo dejar de resistir y rendirse. Desde nuestras perspectiva de hoy resulta desconcertante y difícilmente asumible la actitud adoptada.

¿Es esto lo que nos ha causado vergüenza colectiva a los mahoneses? ¿Podíamos haber resistido, como años después se hizo en Ciutadella? ¿Hubiera cambiado el destino de Mahón y de los mahoneses?

Preguntas difíciles, que no me veo cualificado como para aventurar algunas respuestas.

Al recibir la capitulación Barbarroja (en un gesto de maldad calculada) concede que diez casas queden exentas del saqueo general. Y los ladinos capitostes mahoneses se apresuran a poner a salvo de la quema las suyas y las de sus familiares. Siendo el símbolo de la inmunidad de esas diez casas una flecha clavada en la puerta.

Los pardillos pensaron que Barbarroja entraría en la ciudad con cien de sus hombres. En realidad fueron unos mil que la tardenoche del 4 de septiembre iniciaron el saqueo sistemático de Mahón apuñalando a todo el que se ponía por delante. Violaciones y asesinatos en una orgía de sangre y fuego. Iglesias profanadas, conventos incendiados. Dantesco.

Quienes no son pasados a cuchillo, son hechos prisioneros y llevados encadenados a las bodegas de las galeras turcas, en numero de ochocientos.

El día 5 por la mañana la flota turca leva anclas, dejando detrás una ciudad incendiada que en ese lapso de escasos cinco días ha perdido más de la mitad de sus habitantes (y lo que es peor, ha quedado impregnada de un sentimiento de traición, y cobardía colectiva que tarda años en despejarse).

Aún hoy nos preguntamos que es lo que realmente ocurrió en Mahón. Y eso es lo que me gustaría saber y que me contaran quienes tienen los conocimientos históricos para ilustrarnos.

Les prometo que haré lo posible para que nos lo cuenten quienes lo saben. No olvidamos tampoco que estos trágicos sucesos, (corregidos, aumentados, y con las oportunas diferencias) se repiten en la Ciutadella de 1558, "un altre any de desgràcia" –dicho sea con todo mi respeto para los ciudadelanos–.