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El escenario natural donde vivimos nuestras noches y días presenta la huella humana por doquier. Somos el paisaje mismo y a la vez estamos acompañados. Fauna y personas, se relacionan en el mismo espacio/tiempo aunque no se vean en la vida.

Ambos grupos vivientes somos pues paisanaje condenado a entenderse y sin duda beneficiarios a partes iguales de un territorio común.

Esto no ocurre en Amazonia o el las sabanas del África Oriental donde la presencia humana es mucho más dispersa y las bases de la ecología se desarrollan sin que apenas el hombre intervenga, acaso como mera anécdota.

La Europa que disfrutamos es el resultado de milenarias relaciones entre humanos y otros seres. Los paisajes modelados por estas interacciones , los usos tradicionales del suelo e incluso las múltiples adaptaciones etológicas o fenológicas de la fauna silvestre a los ritmos del hombre, son esa herencia en estado puro.

Ello nos lleva a partes iguales a gozar y conservar, sin quebrantar un equilibrio que nos llevará al fracaso tanto a humanos como a animales.

Ese es el punto de partida sincero y constructivo de este curso oportunamente propuesto por la UIMIR en Menorca.

España en su conjunto, Menorca y Europa como entidades biogeográficas, viven tiempos complejos en los que la macroeconomía parece liderar una ingente colección de sinsabores colectivos.

La crisis que se nos vende como de carácter monetario, es de naturaleza mucho más extensa y todo lo que aquí exponemos no queda al margen de esta realidad.

Precisamente por habitar un escenario extremadamente vinculado a otras comunidades vivientes además de la nuestra propia, solo encontraremos la salida de emergencia en el mismo lugar por donde penetramos en esta crisis seria.

Los mismos motivos que nos han traído hasta aquí propiciados principalmente por nuestro desapego a la Tierra, son los que debemos revisar y enmendar.

Solo podremos conquistar un futuro razonable y sostenible tomando consciencia de que estamos felizmente acompañados de multitud de maravillas de la naturaleza que añaden valor a nuestra condición de seres humanos.

El Desarrollo Rural Sostenible vinculado estrechamente a la conservación de las especies y de los espacios debiera ser, así lo creo yo con toda firmeza, la pócima mágica que, sorbito a sorbito, hemos de beber con convencimiento y rotundidad.

La fauna nunca será un problema, más bien al contrario será la solución a muchos de los problemas causados entre otras cosas por el estrepitoso fracaso de un modelo productivo que no solo en las áreas rurales, sino también en zonas urbanas, nos ha estallado entre las manos.

No se trata de volver hacia atrás, se trata de avanzar en dirección al futuro dándole brillo al tesoro que habíamos despreciado, acuciados por las prisas y el egocentrismo, y que nos rodea por doquier como una bendición telúrica.

Este curso nos servirá, y ojalá yo consiga contribuir a ello, para recuperar la autoestima colectiva a través de la puesta en valor realista y rentable de las especies y de los espacios.
Se trata solo de retomar la conversación que desde siempre por estas latitudes las gentes tuvieron a bien mantener a la luz de la luna y del sol, con la Naturaleza.
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(*) Naturalista. Director de Biodiario TVE2. Profesor participante en el curso "Custodia agraria del territorio. Conservar cultivando", que se celebra del 20 al 22 de septiembre en el marco de la UIMIR.