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Con una permanente cadencia se alientan polémicas con la excusa del idioma, infectadas por intereses ideológicos, con escasa base científica y ajenas a lo que realmente interesa y preocupa a los ciudadanos. La última andanada la ha lanzado nada menos que el ministro de Educación y Cultura, José Ignacio Wert, al afirmar su disposición a pagar a centros privados para que quienes quieran estudiar en castellano puedan hacerlo. El conseller Rafael Bosch ha tenido que recordar la legislación balear en materia de lengua propia y las asociaciones educativas en general se han manifestado contrarias y cansadas de este tipo de debates, que tapan otras necesidades educativas más reales y urgentes. El PP se equivocó al situar la cuestión lingüística como un tema prioritario. Las energías consumidas en este debate han dado un resultado pírrico. Incluso este partido ha vivido una división interna, amparada, en parte, en las discrepancias sobre el idioma. En Menorca no existe un problema real por este motivo. Si la política ahora más que nunca debería concentrarse en proteger a los ciudadanos y promover el desarrollo, es hora ya de que se eviten estos escarceos y se imponga el sentido común.