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El estudio del Cercle d'Economia de Mallorca sobre la calidad de la democracia en Balears, publicado en exclusiva por este diario, invita a la reflexión, especialmente a los dirigentes políticos. A menudo, cuando se trata de posicionarse ante un caso de corrupción política, por ejemplo, se tiende a condenar al autor para salvar al partido al que pertenece. Sin embargo, el informe pone el acento en la responsabilidad de los partidos. Sus dinámicas de control interno, el reparto de los cargos públicos y de confianza, la forma en que se confeccionan las listas electorales y su representatividad social, más allá de la matemática de los votos, son cuestiones que deben ser afrontadas desde la crítica responsable para que la democracia que los partidos dicen encarnar realmente se regenere. Preocupados en exceso por las cuestiones de forma, muchos políticos se olvidan de las cuestiones de fondo, de los principios que deben inspirar el servicio público y que los ciudadanos perciben con claridad. La ideología, tan a menudo descrita como un defecto, se instrumentaliza para alcanzar fines personales y económicos y su ausencia empobrece la democracia. Como también la obstaculiza la falta de formación de quienes se dedican a la cosa pública. La sociedad debe exigir a los partidos una mayor calidad democrática.