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Las campanas de las iglesias de la Isla sonaron ayer al unísono para despertar conciencias en la Semana contra la Pobreza, en la que se han implicado numerosas entidades. Este gesto simbólico fue acompañado de un coloquio previo en el que se hizo un llamamiento a rebelarse contra una situación injusta, en un momento en el que la sociedad tiende a ser más egoísta e individualista, como indicó la secretaria general de Caritas Diocesana de Menorca, Antònia Florit, organización que se ha volcado en la denuncia de una triste realidad que afecta a 1.300 millones de personas de todo el mundo y a la que parece que nos hemos acostumbrado. También en nuestro país la cifra de pobres ha aumentado espectacularmente en los últimos años. Por ello sonaron las campanas, para pedir a las administraciones y a las personas que hay que luchar para erradicar un mal que es evitable si existe una clara voluntad de cambiar un modelo injusto. Los recursos y la capacidad de los Estados están ahí, así como las opciones para actuar desde ya. El domingo se celebra precisamente el Domund, una jornada que nos recuerda la urgente necesidad de ayudar a los que menos o nada tienen. La solidaridad es un deber moral de todos los ciudadanos.