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Existen datos suficientes para afirmar que la pobreza infantil se está convirtiendo en un problema importante, sin que las políticas públicas lo traten a fondo, porque permanece en buena parte oculto. Se calcula que puede afectar a un 30 por ciento de los menores, especialmente a los hijos de parejas jóvenes que están en el paro. Los recursos sociales no cuentan con dotación suficiente para actuar con eficacia en esta materia.

Se ha constatado el retraso en la primera escolarización y también un descenso en los comedores escolares, dos elementos muy significativos. Los expertos advierten de las consecuencias negativas de la demora en la incorporación de los niños al sistema escolar y de los problemas que pueden derivarse posteriormente. Otros apuntan al problema de la alimentación y a la necesidad de que los menores tengan acceso a los comedores escolares. En Balears, se está a la espera de una convocatoria de becas, que el año pasado se suprimió. El incremento de los índices de pobreza, que ya afecta a un 20 por ciento de la población, tiene a los menores como un colectivo especialmente afectado. Es una problemática que requiere una mayor sensibilidad y recursos.