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El sector del ladrillo ha tocado fondo. El desempleo y la desaparición de empresas ha ido en aumento desde 2005. De hecho, la Fundación Laboral de la Construcción (FLC) califica la situación actual de "catastrófica". Todo ello no es más que una consecuencia de la crisis y del estallido de la burbuja inmobiliaria que han laminado una actividad que durante años fue, junto al turismo, uno de los motores económicos de Balears. Ahora el reto pasa por la recorversión, la formación y la apuesta por los nuevos nichos de mercado. En este sentido, desde la FLC se denuncia que el esfuerzo que se está haciendo desde el ámbito privado por revertir esta tendencia negativa no se ve recompensado por la Administración y las entidades financieras. A los primeros se les exige más obra pública y a los segundos, crédito. La solución no es fácil, pero hay salidas por las que apostar, sin necesidad de consumir territorio, como es la rehabilitación de edificios y una mayor especialización empresarial y el reciclaje de los trabajadores. Sin embargo, se han de poner las bases para que pueda fluir el dinero tanto a nivel institucional como particular. De lo contrario, el futuro inmediato se vislumbra sombrío.