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Algunas grandes compañías de Estados Unidos como Google o Amazon permiten a sus empleados llevar sus mascotas al trabajo, porque la proximidad de sus animales de compañía hace que se sientan bien y aumenten su productividad. Empresas francesas estudian promover y colocar sofás para una breve siesta de 20 minutos en sus oficinas, y así evitar que parte de la plantilla dé cabezadas delante del ordenador. Otras optan por encuentros fuera del ámbito laboral, practicando deporte u otras actividades, para motivar a sus ejecutivos.

Aquí tenemos la pista de pádel del Aeropuerto, que imagino debe tener algún objetivo similar, eliminar el estrés de algunos, no todos, los trabajadores y de paso el de sus familiares y amigos. La diferencia es que las empresas privadas pueden dedicar su dinero a mimar, o no, a sus empleados como quieran; un ente público debe ser mucho más escrupuloso. El arreglo de la pista en cuestión se realizó en pleno azote de la crisis, con tijeretazos aquí y allá. ¿Era necesario? El único argumento de la dirección aeroportuaria es que era preferible gastar 22.000 euros que dejarla en desuso. Quizás la segunda opción hubiera sido, en estos tiempos, mucho más decorosa.