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No es por cumplimiento de la letra pequeña, ni por el impago acumulado de demasiadas letras, ni por la falta de palabras o de entendimiento; no es muy a pesar suyo, ni a contrapelo, no lo hacen luchando contra sus sentimientos, ni buscando la mejor de las razones, ni la lógica más indiscutible, ni es la decisión de después de haber agotado toda las conversaciones; no es por imperativo legal, ni por respeto a los derechos, ni por ceñirse a lo más justo, ni por repartir el error entre los que se equivocaron; no es por ser la mejor forma ni la única manera, no es por desconocer otros caminos, ni por haber elegido el trayecto más razonable, ni por querer llegar a ninguna solución global, ni siquiera para resolver el verdadero problema, ni para mirar luego al futuro más confiados, ni por confiar a ciegas en lo que se hace; no es por nada que puedan defender en público, ni responder en una entrevista, no es por nada de lo que digan, no es por algo que se atrevan a decir: porque es por puro negocio. Nada más, sólo eso, pero todo lo que se pueda.

Los bancos echan a patadas a la gente de sus casas porque luego pueden venderlas al precio que sea y sin perder la deuda. Buen negocio. ¿Para qué quedarse entonces una urbanización entera pero a medio hacer, o un aeropuerto sin aviones, o unas instalaciones sin nada dentro? ¿Para qué quedarse con las deudas multimillonarias de promotores si luego no pueden sacar rendimiento? No, mucho mejor desahuciar familias de casas habitables, de activos claramente rentables. El problema gordo, los muchos miles de millones que se deben entre muy pocos, esos, que se los quede y gestione el Estado, ahí no hay negocio y lo mejor es venderlo. Póngame una ración de banco malo y una copa de alivio para cada promotor y celebrarlo.

España, este raro país repleto de Cajas sin dinero que han hecho negocio durante años pidiéndolo prestado para venderlo luego, venderlo a saco y para el bolsillo, venderlo regalando amigos, venderlo con los ojos bien vendados, venderlo a cualquier precio siempre caro, vender dinero prestado, venderlo sin importar quién lo compre y si luego lo paga. Vender dinero sin tenerlo y sin contemplaciones, hasta endeudar a todo un país que ahora está en venta si no comprado. Arruinar el entorno para construir su propia riqueza alrededor; desahuciar como oficio para mantenerse dentro del palacio. Qué bien están puertas adentro, no entra nada del ruido de fuera, es además muy espacioso y confortable, decorado patrióticamente con banderas del país que estrangulan entre gritos de 'viva'.