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Alargar la temporada media-baja sigue siendo, desde hace décadas, el reto del sector turístico insular. Los principales mercados hablan claro: Menorca es desconocida (solo se la relaciona con sol y playa), la oferta complementaria es escasa y no hay demanda para fletar vuelos. Estas fueron las principales conclusiones de las jornadas organizadas el pasado viernes por ASHOME y en las que intervinieron los responsables de las oficinas de turismo españolas en Londres, Berlín y Milán. Jugárselo todo a la carta de la temporada alta ya se ha visto que es una acción arriesgada para el principal motor de la economía menorquina. Además, la reducción de la demanda interior a causa de la crisis se ha salvado por una mayor afluencia de visitantes extranjeros debido a una situación puntual: la inestabilidad política que viven los países que son nuestra competencia directa.

La desestacionalización no llegará por sí sola. Los hoteleros y los empresarios de la oferta complementaria deben aunar esfuerzos para crear un producto que atraiga el interés de los mayoristas. Por otra parte, la fusión de las dos Fundaciones promocionales debe servir para definir una estrategia diferenciada que no quede eclipsada por Mallorca y Eivissa.
Menorca debe hacerse visible.