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El pasado martes, la escena parecía más propia de un velatorio que no de una rueda de prensa. El equipo de gobierno del Ayuntamiento de Ciutadella en pleno, a las nueve de la mañana (hora muy inusual para los periodistas, que acostumbramos a ser más aves nocturnas que diurnas), con caras serias y cabizbajos, entraron en la sala de juntas sin ni saludar a los periodistas. Casi consternados, anunciaron lo que tantas páginas ha llenado esta semana, la crítica situación económica del Ayuntamiento agravada por la decisión de Madrid de reducir a la mitad sus aportaciones al Consistorio.

Lo que más interesa al ciudadano de a pie de esta situación es que todo hace pensar que de nuevo seremos nosotros los que pagaremos los platos rotos. Más, cuando lo primero que se puso sobre la mesa fue una subida del IBI, impuesto que paga la gran mayoría de los ciudadanos y que este año ya ha encarecido Madrid, precisamente esta Administración que ahora pide a los ayuntamientos que ahorren pero a la vez les incrementa los gastos con una subida del IVA.

Tengo la sensación de que lo del IBI es el recurso fácil, la solución segura que evitaría quebraderos de cabeza a los políticos pero que multiplicaría los de los ciudadanos, que empezamos a tener complejo de naranja exprimida siempre amenazados por una exprimidora a la que no se le acaba la corriente. Subiendo el IBI te garantizas más dinero, eso es indiscutible, pero quizás habría que preguntarse a qué precio. 60 euros anuales de media, apuntaron algunos. Puede parecer poco, pero es mucho para unas familias que intentan exprimir cada euro al máximo pero que ven como su exprimidora ya no da más de sí.

Desde el anuncio del martes fatídico, se han ido sucediendo propuestas, contrapropuestas y algún "donde dije digo, digo diego". Se habló de entregar el geriátrico al Govern balear, porque el Ayuntamiento no tiene ninguna obligación de prestar un servicio que es competencia autonómica. La idea no ha sido nunca cerrarlo ni reducir ningún servicio, sino simplemente que pague otro. Evidentemente, el que debería ser el nuevo pagador ha declinado el regalito, primero porque no tiene dinero para pagarlo y segundo porque si aceptara éste, pronto llamarían a la puerta otros ayuntamientos con regalos similares. Se puso sobre la mesa también la privatización del servicio de aguas, una propuesta que nace sin recorrido porque es rechazada de frente por la oposición mayoritaria y porque, además, no sería una solución inmediata y mataría una de las pocas gallinas que aún pone huevos en el Ayuntamiento de Ciutadella.

Lo positivamente sorprendente de esta semana es que, por una vez y de manera rápida, todos los partidos, todos, han puesto medidas sobre la mesa para intentar hallar una luz al final del túnel. Sin duda que hay que saber por qué hemos llegado adónde estamos, y criticar a quienes despilfarraron el dinero de todos. Rápidamente, podemos hablar de piscinas descubiertas, observatorios astronómicos, compra de palacios que llevan años de obras y aún están cerrados, generosos lotes de Navidad y cenas copiosas para la prensa, comisarías más que amplias, contrataciones sospechosas y carísimas, permutas ruinosas... Nos podemos entretener en criticar y volver a criticar a los culpables, pero poco ganaremos. Sin olvidar, hay que avanzar.

Y para ello, toca hincar los codos. Por suerte, parece que nuestros políticos esta vez lo han hecho. Hoy empezaremos a saber si de los deberes que cada uno ha hecho por su parte se puede extraer algún proyecto conjunto, como aquellas tareas que hacíamos en grupo en la escuela, en las que cada uno elaboraba una parte que después unificábamos con las demás y daban lugar a un trabajo con sus coloretes y bien encuadernado. Como ciudadanos, deberíamos exigir que así fuera. Se juegan nuestro futuro.

De aquí al jueves hay tiempo de sobras para alcanzar acuerdos, para encontrar soluciones. El alcalde dijo que si alguien sabía mejor que ellos como salir de ésta, que él le cedía su silla sin problema. No creo que esta sea la solución. Dudo que alguien quiera coger el timón de este barco con tantos agujeros en su línea de flotación. Además, por responsabilidad, lo que deben hacer los 21 concejales es encontrar una solución, dejando de lado carnets de partido y rencores personales. Hay margen para hacerlo. Hay suficientes propuestas sobre la mesa como para hallar una salida sin que el pagano de turno vuelva a ser el de siempre, nosotros.

Además, se les debe exigir que no solo se trabaje en un parche para pasar estos años. Hay que analizar bien la coyuntura para rectificar la estructura. Los ayuntamientos se han ido endeudando por caprichos de algunos políticos, pero también por ir asumiendo funciones que no les corresponden. Vale, no deberían haberlo hecho, pero el objetivo era mejorar el servicio al ciudadano. Desde hace años venimos oyendo que los ayuntamientos son los hermanitos pobres de todas las administraciones. En el caso de Ciutadella, por ejemplo, uno no acaba de entender como otras administraciones pueden ponerle de tal manera la soga al cuello sin prácticamente pestañear. Da la sensación que practican eso tan salvaje de sálvese quien pueda. Porque una Administración rescata a la otra, pero le pide intereses. ¿Remamos todos en el mismo barco? Perdonen, pero lo dudo.

Hoy empieza una semana supuestamente decisiva para el futuro del Ayuntamiento de Ciutadella. En rojo está marcado el jueves, el día del pleno. Como decía aquel, seguiremos informando.