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Las estrecheces con que conviven las administraciones públicas de la Isla, especialmente las locales, han conllevado que sus respectivos equipos de gobierno hayan estudiado muchas posibles formas de recortar gastos e incrementar ingresos. No obstante, parece que no se ha hecho lo suficiente en un aspecto: la explotación de su patrimonio. Los ayuntamientos disponen de una serie de propiedades, acumuladas con distintos fines y por diferentes medios en épocas de bonanza, que permitirían con una gestión más innovadora, audaz e imaginativa aumentar sus ingresos, al tiempo que se garantiza y abarata su conservación. Es Migjorn Gran y Sant Lluís, por ejemplo, ya han optado por deshacerse de propiedades que no ofrecen un servicio directo al ciudadano. UPCM plantea la venta el Palau Saura Morell. Pero vender, que supone perder el patrimonio, no es el único camino a seguir. La concesión, el alquiler esporádico o a largo plazo, el patrocinio, deben convertirse en fórmulas lo suficientemente atractivas para que convenzan al inversor privado y lo suficientemente conservadoras para que no conlleven el empobrecimiento de estas mismas administraciones. El reto no es sencillo. Presenta tanta complejidad como potencial. Y solo por ello vale la pena intentarlo.