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En estos tiempos en los que el dinero escasea, la financiación pública forma parte de un pasado que nos parece muy lejano y acudir a los bancos da miedo, cualquier idea para reunir un poco de dinero es bienvenida, aunque nos la quieran vender como algo novedoso cuando en realidad es de sobra conocido.

Estoy hablando del "Croudfunding", o dicho de otra manera: la financiación colectiva o los microcréditos. Se trata de realizar un proyecto gracias a la aportación de muchos donantes, que lo hacen por amor al arte o para obtener privilegios o beneficios, siempre según la aportación.

A mí esto me recuerda la "venta" de la corbata del novio en una boda o la subasta de la liga de la novia para que estos pudieran sufragar los gastos de su viaje de bodas. A cambio, a la vuelta, tenías el privilegio de estar durante dos horas viendo las diapositivas (comentadas por supuesto) de sus andanzas.

Claro que ahora, gracias a las redes sociales, las aportaciones pueden ser mucho más abundantes y el proyecto puede llegar a mucha más gente.

Usted puede ser partícipe de proyectos artísticos o literarios (Lorenzo Silva, Premio Planeta 2012, financió uno de sus libros gracias a este sistema) o incluso formar parte de alguna investigación científica que se ha quedado fuera de los presupuestos gubernamentales.

Así, que todo depende de la originalidad de la idea y de saber venderla a ese potencial inversor que navega por la red.

Es el mecenazgo del s. XXI.