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En un momento en el que la credibilidad de la llamada clase política está bajo mínimos, según indican todas las encuestas sociológicas, son necesarios gestos para obtener de nuevo la confianza de los ciudadanos. El panorama actual de una crisis que no cesa y que obliga a realizar grandes sacrificios, está moteado también por numerosos casos de corrupción y la existencia de ciertos privilegios entre las personas que ocupan responsabilidades públicas, lo que genera indignación y una reprobación social. Baste como ejemplo el debate que ha abierto este periódico sobre la idoneidad o no del complemento salarial que cobran los ex altos cargos. En nuestra edición de hoy, PP, PSOE y PSM coinciden en señalar la necesidad de replantear este plus que reciben los funcionarios que han pasado por la política cuando vuelven a su puesto de trabajo. De hecho, no dudan en señalarlo como desproporcionado e injusto. Ya no es tanto por la cantidad que pueda suponer, sino por la imagen que se transmite y así lo reconocen. La solución en este caso es fácil. Si se cumple con la promesa de abordar la reforma de la Administración Pública es el momento de acabar con este tipo de situaciones. Es cuestión de voluntad y la sociedad lo agradecerá.