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En mi adolescencia viví y estudié varios años en Barcelona. En aquel tiempo el antiguo Teatro Novedades de la calle Caspe (transformado entonces en cine, a un paso de Plaza Cataluña) era una de las salas más progresistas de la ciudad. Allí, en tiempos del franquismo y a pesar de mis quince años, recuerdo haber visto "La mujer marcada" con Liz Taylor y "Esplendor en la yerba" con Natalie Wood. En aquella España ésas eran películas consideradas como muy "verdes", como una provocación para la moral del tiempo, y no solo por la temática del argumento sino por algunas de sus escenas que ahora nos hacen sonreír piadosamente.

La provocación no siempre es negativa, también puede ser positiva cuando conduce a la evolución y a la modernización de algo que permanece anquilosado. En aquella misma calle, en la tarde del 4 de marzo de 2006, se produjo otra provocación. En el Teatro Tívoli (en la acera de enfrente de donde estaba aquel cine que ahora ya no existe) se presentó un pequeño partido político políticamente incorrecto. Sí, otra provocación. La fundación de "Ciutadans de Catalunya" (Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía) significó la aparición de una verruga molesta en un cuerpo político que, hasta entonces, era uniforme y alineado en la corrección política.

Su nombre recordaba las palabras que pronunció Josep Tarradellas, presidente de la Generalitat, en la plaza de Sant Jaume de Barcelona, cuando regresó del exilio.

Fue fundado por un grupo de intelectuales catalanes reconocidos, pero malditos por asilvestrados y contrarios a las tesis políticas imperantes. Unos intelectuales alejados del pesebre identitario que siempre pretende delimitar y comprar opiniones, unos ciudadanos hartos del "nacionalismo obligatorio" que imponía una dictadura cultural unidireccional. Fueron ellos los que se conjuraron para lanzar una proclama a la sociedad catalana que advertía del peligroso desvío histórico que significaba para la Cataluña abierta la permanente sumisión a las tesis localistas. Eran los que recordaban que "solo las personas tienen derechos, no los territorios". Los que se opusieron a quienes, descendientes de los miembros del Tercio de Montserrat, hacía "un par de quincenas", se habían transformado en maquillados y disfrazados nuevos demócratas independentistas con el fin de mantener la misma finalidad: "surar" en el mundo de la prebenda económica, en el "humus" de la política chanchullo.

Después de la aparición de "Ciutadans" ya no fue posible tildar de franquistas y/o españolistas a quienes no comulgaban con el nacionalismo como norma vital. La trayectoria de todos ellos lo impedía. Después de seis años ahora se han consolidado definitivamente. Ya tienen grupo parlamentario propio. Me alegro un montón. Felicidades amigos.
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Notas:
Un recuerdo para Jimi Hendrix que hubiese cumplido 70 años esta semana. Murió a los 27 años en 1970. Los Rolling Stones, también de casi setenta años, han vuelto ahora a demostrar en Londres (O2) que los viejos rockeros nunca mueren. De mayor quiero ser como ellos.