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El Govern pretende resolver algunas cuestiones que afectan al ámbito educativo, en lo relativo a la presencia de los símbolos y a posibles casos de adoctrinamiento. Plantear este debate en pleno conflicto tiene el riesgo evidente de alentar la tensión que ya existe. Eso no significa que el tema no sea importante, aunque complicado porque se trata de respeto en todas las direcciones y de equilibrio. Respeto a las libertades de cátedra y expresión y también al derecho de los alumnos de no ser adoctrinados y de los padres a ser informados. El respeto a los símbolos, como es hoy una bandera o en un día una cruz, y no convertir el espacio educativo en un ámbito de permanente reivindicación. Lo que no hay que interpretar casos particulares como una problemática general, que si se basa en un sentimiento compartido no se resolverá mediante una norma. Sería recomendable aspirar al consenso entre la administración y la comunidad educativa. En un momento en que se debate una nueva ley de Educación, que se llevan a cabo recortes, que permanece vivo el debate sobre la lengua propia, que se aplican a los funcionarios medidas de austeridad, conviene propiciar puntos de encuentro.