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¿Es democrático el bilingüismo? ¿Y la libre elección de lengua? Son preguntas sencillas y claras. Sus respuestas parecen bastante obvias. Pero, por lo visto, no lo son para todo el mundo puesto que los hay que se oponen a permitir el ejercicio de esos derechos. Son los que defienden a capa y espada la inmersión lingüística en un exclusivo catalán estándar como método para preservar lo que, ellos, denominan la lengua propia (que no es sino un referente político). Son esos que se oponen a la libre elección de lengua en la educación puesto que, aventuran, esa libertad rompe la "cohesión social" de nuestra comunidad. Son los que han declarado el castellano como enemigo a batir y a España como país opresor de "su" cultura.

Pues, ni una cosa ni la otra. Nuestra lengua propia será en todo caso nuestro dialecto menorquín que es lo que secularmente venimos hablando en Menorca. Los orígenes de las hablas expandidas por el arco mediterráneo español tienen unas mismas raíces en el provenzal y en el occitano, en el lemosín, que, con características propias por hechos históricos, han ido adoptando los distintos nombres que la historia les ha dado: mallorquín, menorquín, valenciano, catalán, etc. Y ese es nuestro legado histórico. No otro. Querer anular estas características propias en aras a imponer una forma que no es la nuestra habitual es un intento claro de substituir nuestra personalidad por otra muy respetable pero ajena a nuestra tradición de los últimos siglos.

Por otra parte, decretar y dar significado político al concepto de lengua propia es peligroso. Recuerdo haber escrito que tengo amigos ingleses que son propietarios en Menorca de una finca de muy considerables dimensiones. Colindantes a ellos hay otros ingleses con otra propiedad también importante. Allí, en aquellas "tancas" y en aquellos bosques solo se habla inglés. ¿Es ese inglés la lengua propia de una parte importante de Menorca? Repitámoslo: los territorios no tienen lengua propia sino que la tienen los ciudadanos que los habitan. En Menorca hay dos lenguas mayoritarias, el menorquín y el castellano, y las dos nos son propias. Imponer el uso exclusivo de una sola de ellas es ayudar a empobrecer la cultura de la isla.

¿Y la manoseada cohesión social? Esa cohesión nunca podrá lograrse con una imposición no aceptada por una parte importante de la población. El concepto de cohesión social es siempre ficticio cuando no se basa en la libertad. Se convierte en un concepto liberticida y totalitario al pretender borrar todas las otras diferenciaciones que enriquecen un país.

Estas dos lenguas deben poder utilizarse sin cortapisa alguna y las instituciones deben garantizar su uso (¡gracias a Maruja Baíllo por devolver la libertad de uso en el Consell Insular!).

Esta columna jamás se ha posicionado en contra de la enseñanza del catalán estándar para los padres que lo deseen, para los padres que crean que con ello ayudan al futuro de sus hijos. Pero sí, siempre, se ha postulado por dejar elegir, por la libertad de elección.

Hace un par de años se entregaron 3.800 firmas de padres menorquines reclamando enseñanza en castellano. Para comienzos del curso actual, y aunque de forma chapucera y muy tímida, se intentó conceder la oportunidad de elegir lengua en un mínimo tramo educacional. Menos de un 20% mostró interés específico en el catalán estándar. El resto no lo apoyó de forma manifiesta. Quizás buena parte del gran fracaso que cosecha la educación en Menorca se deba, en parte, precisamente a esta imposición que, como se demuestra y contrariamente a lo que interesada y demagógicamente se afirma, descohesiona socialmente a nuestra isla. Por eso asusta que se esté en contra del bilingüismo y la libre elección de lengua.

Nota: Expresamos nuestra solidaridad con Jorge Campos, Presidente del Círculo Balear que es permanentemente amenazado por el nacionalismo extremista catalanista hasta el punto que debe contar con protección policial. Esta tarde, a las 8, dará una conferencia-coloquio en el Ayuntamiento de Mahón sobre bilingüismo y libertad de lengua. Altamente interesante.