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En los momentos de extrema dificultad por los que atraviesa la economía menorquina, al igual que el resto del país, pero con las peculiaridades propias de nuestro tejido productivo, es difícil entender que las dos principales patronales, CAEB y PIME, vayan en no pocas ocasiones por caminos diferentes, en lugar de esforzarse al máximo por hallar puntos de unión que contribuyan a dar respuesta a las necesidades de la sociedad y evitar crear tensiones en los despachos. El último capítulo que se ha vivido en este desencuentro, que despunta cada cierto tiempo, es la renuncia de CAEB a permanecer en el Consell Econòmic i Social de la Isla porque cree que su representación ha de ser mayor, opinión que también se traslada a la nueva fundación turística. El presidente Santiago Tadeo ha indicado con razón que el diálogo social ya es suficientemente complicado como para añadir más leña al fuego. De hecho, si existe una verdadera voluntad de consenso y colaboración para abrir vías que nos devuelvan a la senda del crecimiento, la mera suma de delegados en determinados órganos no ha de ser un factor decisivo a la hora de participar en la búsqueda de soluciones.