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Estas líneas, como muchas otras, llegan tarde. Cuando el que debiera leerlas se ha marchado dejando un vacío desolador que intentas llenar con un montón de recuerdos a modo de rompecabezas y que calman una tristeza inconsolable anestesiándola con una sonrisa inevitable que acompaña a cada uno de los momentos que has compartido. Hoy, este coto privado de ideas, de tonterías, de reflexiones, de no decir nada diciéndolo todo y todo lo contrario, tiene un lector menos. 'A mí qué me importa', pensarás quizás amigo lector, si un mal día o una mala racha te hace temporalmente insensible al dolor ajeno. Pero si frecuentas este lado de la página donde solemos encontrarnos debes saber que ese lector menos es, en parte, socio fundador de todo eso.

Dedicarle palabras buenas a 'l'avi' Toni, como temía llamarle cuando era un renacuajo, porque ni él era mi abuelo real ni yo por mucho que lo desease con toda la fuerza y la ternura con la que piden los deseos los niños más pequeños, era su nieto, me resulta complicado porque hoy no escribe el periodista, lo hace la persona, aquella que nunca dominará lo suficiente el lenguaje como para describir una idea aproximada de lo que quería a ese hombre. Maldita sea, llegan tarde estas palabras...

No tuve una infancia fácil y en Alaior lo saben, pero Margarita y Toni me ofrecieron todo el amor que tenían y un poco más. Con mis padres sacando a la familia adelante a las duras y a las maduras (esta crisis si comparamos con lo de entonces es una broma), Toni y Margarita me adoptaron como si de un nieto se tratara y yo jamás podré agradecerles todo lo que me enseñaron de la vida. De hecho, de ellos he heredado un montón de cosas buenas que, a través de estas frases no creo que se vean, pero de las que soy plenamente consciente.

La vida, que es caprichosa, hizo que en los últimos tiempos nos distanciáramos más por mi irresponsabilidad que por otra cosa pero afortunadamente todavía tengo tiempo de arreglarlo, aunque Toni ya no esté pero le debo tanto a 's'avia' Margarita. He crecido, ya no temo llamarla así, ni decirle públicamente lo mucho que la quiero y que siempre le estaré agradecido, porque afortunadamente no siempre todas las palabras llegan tarde.
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dgelabertpetrus@gmail.com