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Como es sabido, los países del norte de Europa poseen unos sistemas educativos que, entre otras, muestran las siguientes características: una amplia oferta educativa flexible que se adapta a las particularidades de la multiplicidad de alumnos; una moderación ideológica de las leyes educativas y la ausencia de adoctrinamiento en las aulas junto con una formación intensa y una selección cuidadosa para conseguir una alta calidad profesional del profesorado; la aplicación de unos métodos pedagógicos contrastados y eficaces que junto a altos niveles de exigencia promueven la igualdad de oportunidades y consiguen la excelencia educativa (en torno a un 9 % de alumnos excelentes en la etapa de educación secundaria); y una libertad total de los padres que, mediante el cheque escolar y otros mecanismos, pueden escoger el tipo de educación que quieren para sus hijos, en centros públicos o privados y en ámbitos como el estudio de la religión en la escuela, la lengua que vehicula la enseñanza o las características de todo tipo del centro elegido. Así se consigue que estos sistemas, como muestran los estudios internacionales, se encuentren entre los más eficientes del mundo.

En España, por el contrario, el modelo educativo socialista, vigente desde hace más de veinte años, se caracteriza por su obcecada rigidez igualitarista y su oferta escasa, una fuerte intromisión de ideología política en la escuela, un profesorado mal preparado y mal seleccionado, el empleo de pedagogías doctrinarias ya superadas, ancladas a viejos dogmas como el de la comprensividad o fracasadas como el de la enseñanza integrada, que buscan la igualdad de resultados, inevitablemente bajos (no se llega a un 3 % de alumnos excelentes en la ESO), y la escasa libertad de los padres para elegir el modelo de escuela que desean para sus hijos. Todo ello conduce a unos resultados que se encuentran entre los peores.

Y cuando después de tantos años de incompetentes dogmáticos tenemos, por fin, un ministro de Educación que sabe lo que se trae entre manos y propone una renovación totalmente necesaria para intentar ponernos al mismo nivel que nuestros países vecinos y recuperar el terreno perdido, algunos de los que discrepan de este primer borrador y que con sugerencias sensatas y realistas podrían enriquecer el proyecto, en lugar de utilizar la reflexión, el razonamiento y el diálogo, dedican su esfuerzo a la grosera descalificación personal más burda, del orden de facha, franquista retrógrado y otras lindezas semejantes. Probablemente estos insultos sean los únicos argumentos que son capaces de aportar a la controversia. Lamentable

El problema de falta de libertad de los padres para elegir la que consideran mejor educación para sus hijos se acentúa en comunidades con lengua propia. En Cataluña, por ejemplo, no se permite que un niño sea escolarizado en castellano aunque ésta sea su lengua materna. En mi opinión, la oligarquía burguesa dirigente, muy probablemente con la idea de esconder el fracaso rotundo en su gestión económica que ha llevado a esta comunidad a la bancarrota y tiene que recibir ayuda de resto de España, y de tapar el hedor de la corrupción (sólo un ejemplo: recuérdese el dato del 3 y del 4 por ciento de CiU y del PSC) que la empapa, ha tomado el camino de arroparse con la bandera nacionalista y poner en práctica la conocida maniobra de exacerbar el sentimiento tribal de la gente con el señuelo visceral del independentismo, y no duda en deformar la historia y recurrir al engaño para conseguir partidarios de sus proyectos. Así, ahora ya no vale la consigna "España nos roba", ahora la que toca es "nos atacan nuestra lengua". Y este requerimiento victimista a la amenaza externa contra lo propio, aunque falsa, siempre ha funcionado en todos los tiempos y en todas las sociedades y, con frecuencia, con resultados dramáticos. Así nos lo cuenta la Historia. No estamos, pues, en realidad, ante un conflicto de lenguas, se trata de una confrontación ficticia, irreal, falsa, creada por estos políticos para su propia conveniencia. En la calle no se da este conflicto y la gente, hasta hace pocos años, podía expresarse en cualquiera de las dos sin ningún problema; hoy ya no, la labor de adoctrinamiento contra nuestra lengua común está dando su fruto y ya se están dando situaciones de persecución al castellano. De esta manera y ante la pasividad de los distintos gobiernos de Madrid se ejerce la insumisión a la legalidad vigente y a las sentencias dictadas por diversos tribunales, que obligan a la Generalitat a que los niños cuyos padres lo deseen sean escolarizados en la lengua castellana; además, se vulneran de manera antidemocrática los derechos y las libertades de la gente para expresarse en la lengua que le venga en gana y, por último, se busca la supervivencia de una casta política podrida que ve peligrar su hegemonía y la impunidad a sus trapicheos. Es evidente que la separación de Cataluña del resto de España proporcionaría a estos políticos corruptos una magnífica oportunidad de zafarse de la acción de la justicia española.

Recordar los resultados que se dieron en Cataluña en el referéndum sobre la Constitución del 78 y sobre el Estatuto de Autonomía del 2006 podría ayudar, tal vez, a valorar el fanatismo paranoide de algunos exaltados radicales y a entender lo que realmente piensan y sienten, en conjunto, los catalanes.
Resultados del referéndum sobre la constitución del 78 , votaron sí: sobre el censo electoral 61'24%, sobre los votantes 90'40%
Resultados sobre el Estatuto del 2006, votaron sí : sobre el censo electoral 36'04%, sobre los votantes 73'90%.