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La seguridad en las conexiones aéreas que unen Menorca con el continente, la garantía de que algo como el cierre repentino de Spanair no vuelva a suceder y deje una ruta como la de Madrid desierta, parece, por más empeño que se ponga desde la clase política y los movimientos ciudadanos, incompatible.

La declaración de Obligación de Servicio Público para los vuelos con la capital era y es la opción que goza del consenso general, pero los temores de que garantizar dicha conexión nos salga caro han existido desde el principio y ahora se refuerzan, con la única concurrencia de la compañía Air Nostrum al concurso.

Y es que puede ser peor el remedio que la enfermedad. Durante nueve años de aplicación del servicio público de los vuelos entre Menorca y Mallorca ningún gobierno autonómico, sea del color que sea, ha podido corregir los defectos de esta declaración en la ruta entre islas, y mucho menos se ha logrado rebajar las tarifas.

La disyuntiva no es fácil: renunciar a esa seguridad y cruzar los dedos para que la demanda sustente a la única empresa que opera y que ésta pueda ofrecer buenos precios, o confiar en un servicio público que haga desaparecer la competencia y nos asegure el vuelo directo a Madrid. Lo malo es que éste se encarezca hasta duplicar o más el coste de lo que ahora pagamos por ese trayecto (41 y 48 euros han sido las últimas tarifas ida y vuelta que, con descuento de residencia, he podido conseguir). Entonces habrá conexión y muchos, si esa declaración no se cierra en condiciones, no podrán viajar.