Foto del escudo con su lápida tomada en su emplazamiento en el Consolat de Mar (Foto Museo Militar de Menorca)

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Según se dice, alguien encontró en el Lazareto de Mahón en 1887 nada menos que el escudo de las armas de la Gran Bretaña, que había blasonado el frontispicio de la fortaleza de San Felipe durante la dominación británica.

Entonces vinieron los mallorquines y se lo llevaron para ellos. Lo colgaron en el patio del Consolat de Mar y le colocaron una inscripción debajo. El texto de ésta, constaba de dos partes. Una primera que contaba su procedencia y debajo una frase atribuida al rey Felipe V.

En abril de 1971 y por una acertada decisión del entonces gobernador civil de Baleares Victor Hellín, el escudo y la lápida fueron devueltos a Mahón, desde donde nunca hubieron de haber salido y fueron depositados en el Ayuntamiento de nuestra ciudad hasta que el escudo (sin la lápida) pasó al Museo de Menorca.

La lápida, en principio, por tanto, se encontraba en paradero desconocido y el director del museo militar, Javier Girona, que conocía su existencia, me dio algunas pistas: el sospechaba que pudiera encontrarse en el Ayuntamiento de Mahón y me pidió que investigara el asunto. Me puse en contacto con Àngels Hernández y Albert Martínez (a los que agradezco su colaboración en la pesquisa) y la encontramos.

La lápida que mide 157 x 66 cm. está rota en tres trozos, pero conserva prácticamente íntegro todo su texto, el cual reza lo siguiente:

"Escudo procedente de Menorca reconquistada el 16 de junio 1802.

Como con espinas en los pies habremos de vivir los españoles mientras Menorca y Gibraltar continúen en poder de Inglaterra. Felipe V."

Solo un comentario sobre el texto de la lápida. Menorca no fue reconquistada en 1802. Nos la regaló Napoleón, que no permitió que el embajador español en las negociaciones de Amiens, Nicolás de Azara, entrara en la sala de reuniones. España entonces ya no era una potencia sino un apéndice en manos del Gran Corso (no lo ha vuelto a ser nunca a las pruebas actuales me remito).

Terminadas las conversaciones y firmados los preliminares de la paz de Amiens, salió el emperador y le comentó a nuestro plenipotenciario que estaba sentado en la sala de espera. "Monsieur, Menorca volverá a ser vuestra".

Ahora que ha sido hallada, espero, sería de desear, que se la devuelva a su prístino destino debajo del escudo británico.
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