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Algunos recuerdan que hubo un tiempo en que Menorca contó con una especie de Servicio Local de Vigilancia Civil (SLVC). Una especie de CNI local que controlaba e informaba de los movimientos aéreos de los menorquines viajeros. Su radio de acción, su epicentro, se ubicaba en el Aeropuerto. Natural. La plantilla era raquítica. La formaba una sola persona: el recordado Sr. Antonio Pons, más conocido como "El Conde de San Luis", título popular originado en esa población de donde era oriundo. Un título merecido según algunos. De impecable presencia, bien peinada su cabellera pelirroja y siempre acicalado, calzaba cómodas zapatillas y vestía elegantes y ligeras camisas blancas y plisadas en verano y normalmente se trajeaba en invierno. En el frío y la lluvia acostumbraba a enrollarse en el antebrazo una gabardina tipo Humphrey Bogart lo que le confería una magnífica imagen cinematográfica. Siempre lamenté no haberle podido ver conjuntado con un sombrero a juego. Hubiese sublimado un aspecto "cum laude".
Su misión era "estar y deambular" por los pasillos de aquel "campo de aviación" de hace unas décadas para reportar sobre los movimientos aéreos de los menorquines. Nada ni nadie se escapaba a su sagaz observación de la realidad viajera de los isleños. Sus informes, diarios, eran publicados en la prensa local de la época y leídos con deleite por muchos. Se demostraba una vez más ver lo curioso que es el innato interés que siente cierta gente por la vida de los otros.

Las actividades de ese SLVC informaban con escrupulosidad del número de pasajeros que entraban y salían de la isla. Cada vuelo, todos los aviones, recibían su atención meticulosa y se transformaban en cifras precisas que mostraban el movimiento que tenía nuestro, entonces, humilde aeropuerto. Un tiempo después incluso mejoró su labor informativa y divulgadora: comenzó a concretar los nombres de algunas de las personas que consideraba de mayor interés para los lectores. Después, una tercera fase mereció la inclusión de diversos comentarios sobre los motivos de aquellos viajes.

Recuerdo varias de aquellas entregas: "El médico Sr. Don XX ha viajado a Madrid por motivos propios de su profesión…". "En el avión de Barcelona ha llegado el Sr. XX después de pasar unos días de vacaciones en Francia.", "El Sr. XX ha regresado a la isla con la satisfacción de haber superado con éxito una delicada operación en un hospital de Madrid", "El industrial mahonés N. Gomila acompañado de su hijo Juan José han partido hacia Barcelona …".,"un grupo de conocidos representantes de bisutería han abandonado la isla para iniciar sus habituales rutas comerciales en la Península", etc. etc. Era una especie de crónica social menorquina. Un inocente "xafarderum" local que finalmente, por devenir demasiado ambicioso, se truncó al transformarse, supongo que sin pretenderlo, en una crónica rosa exagerada. Creo recordar que, parodiando al Vargas Llosa de "¿Cuándo se jodió Perú?", aquella misión se truncó cuando un aciago día informó que "el conocido Sr. ciudadelano Don XX salió hacia Barcelona acompañado por la señorita XX de Mahón".

La discreción es importante. Menorca es normalmente una isla discreta. Aquí lo que funciona son los secretos sociales que se trasmiten "baix barbada". Es una especie de código autóctono que se origina en el "No ho diguis a ningú però ¿que ho saps lo de …?". Estos días pasan cosas muy importantes en la isla que influirán en su futuro social. Discreción.

Nota: ¿A que espera el Gobierno para aplicar la Constitución que votaron, también, casi el 90% de los catalanes? ¿A que espera el Jefe del Estado a repetir el 23-F y salir en defensa de nuestro ordenamiento constitucional?