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Vaya, vaya, ahora que muchos daban por muerto el movimiento 15M, también llamado por algunos medios los Indignados, resulta que suma adeptos y ocupa las primeras páginas de los diarios.

Y además suma una nueva portavoz la mar de mediática, no es otra que la presidenta de Castilla la Mancha. La secretaria general del partido en el poder dice que están indignados, cuidado Doña Cospedal que de aquí a manifestarse en las calles pidiendo justicia va un paso.

Ya estoy viendo a la cúpula de su partido participando en una concentración para rodear el Congreso, o acampando en la puerta del Sol de Madrid al grito de: "Estamos indignados, o sea muy indignados ".

Los que hasta ahora eran tachados de "perroflautas" podrán comprobar con estupor cómo las plazas de las ciudades se llenan de tiendas de campaña marca Coronel Tapioca y de polos azul marino con un cocodrilo en el pecho. Los nuevos indignados podrían ser bautizados como "pijis arpas" por eso de mantener los principios clasistas tan propios de este país.

Supongo que ningún delegado del gobierno les negará el derecho a la manifestación, y que los antidisturbios andarán muy finos a la hora de disparar sus pelotas de goma y apuntarán solo a guardaespaldas y mayordomos, no sea que después se la líen parda.

Botes de laca, corbatas de diseño y trajes de marca, señores con litros de gomina y señoras con mechas rubias y cardados imposibles recorrerán las principales calles de las grandes ciudades para reclamar justicia para Bárcenas, aviones para el aeropuerto del abuelo Fabra y puritos Montecristo para Don Mariano.

El final de cada marcha se convertirá en un monumental atasco de coches oficiales y limusinas con chofer con sombrero de plato que van a recoger a los manifestantes para devolverlos, sanos y salvos, a sus urbanizaciones privadas con cámara las veinticuatro horas. Y una vez en casa al lado de la chimenea, mientras descorchan un vino de excelente añada comentarán el miedo que han pasado corriendo delante de los antidisturbios… perdón, lo aburrido que es caminar junto a ellos, o lo ingrato que es manifestarse por algo tan justo y comprobar que la mayoría silenciosa no les secunda en tan noble labor. Alguno más intelectual, por eso de que han ido a colegios de pago, argumentará: "el problema, o sea el problema es que se han creído ciudadanos y pueblo soberano, cuando la verdad es que nunca han dejado de ser súbditos"

En la soledad de sus dormitorios comprobarán, antes de irse a dormir, cómo van sus cuentas en Suiza y se preguntarán por qué han sido ellos los elegidos para dirigir este país de desagradecidos: "los pobres nunca entienden nada, como dijo "papuchi", desde que el mundo es mundo han existido ricos y pobres y punto".

Pero dejémonos de "cachondeíto", queridos lectores, que la cosa es seria… o sea muy seria, después de tan esperpénticas manifestaciones el país se ha cubierto de un manto blanco de caspa más propio de épocas anteriores. Un paisaje surrealista donde Doña Cospedal se ha indignado, que será lo próximo.