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A ti político honrado me dirijo. A ti que eres alcalde, concejal o diputado de cualquier partido político y nunca has robado, nunca has usado tu puesto para tu beneficio personal, nunca has traicionado tu programa y tus valores, nunca has permitido que la obediencia a tu partido se interponga en tu vocación de servicio a tus conciudadanos, y que nunca has visto la carrera política como una profesión o como un camino de enriquecimiento, sino como el deseo de trabajar temporalmente para tu pueblo.
Sobre ti político honrado recae una gran responsabilidad: la de regenerar la vida política para que no se convierta en la cueva de Ali Baba, la de profundizar en la democracia y demostrar que no todos sois iguales, la de oxigenar tu partido y abrirlo a la sociedad para que no sea un gueto endogámico, la de luchar por la trasparencia y la gestión cristalina para no caer en la opacidad y la sospecha, la de romper las consignas de tu cúpula partidista para ejercer la autocrítica, la de darle una oportunidad al sistema para regenerarlo también desde dentro, en definitiva, la de pelear para que no te metan en el mismo saco que a los corruptos judiciales y morales que inundan a diario los medios de comunicación.

Tu tarea es titánica sin duda, pero si no la acometes, si no te partes el pecho por conseguirlo, si no demuestras día tras día en tu ámbito de gestión que vas en esta línea, después no te podrás quejar si los ciudadanos te señalan junto a los corruptos y mentirosos que todos conocemos. No serás culpable por activa, pero lo serás por pasiva, y en un clima de crispación y sufrimiento como el que vivimos nadie se molestará en comprobar el matiz.

Si no eres capaz de distanciarte de los que son fuertes con el débil y cobardemente débiles con lo fuertes, de los que recortan servicios básicos, de los que someten al sufrimiento a la mayoría de este pueblo y benefician a élites económicas y oligarquías de escasa moralidad, de los que callan ante las injusticias para conservar silla y sueldo público, te convertirás, aunque no quieras, en uno de ellos.

La paciencia de un pueblo no es infinita, y para ser sincero contigo la mía, y sé que la de muchos queridos lectores y ciudadanos, está agotada, así que no tardes en actuar si quieres seguir siendo un político honrado. Tú mismo, de ti depende.