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La Plataforma de Afectats per les Hipoteques a Menorca se ha encontrado con algunos casos dramáticos, que sin su intervención podrían seguir en silencio pero que ahora muestran la realidad de familias que sufren situaciones de pobreza, en buena parte por haber perdido el trabajo y afrontar el pago de una hipoteca. El reportaje publicado ayer sobre la familia de Fokor Uddin Bibi, procedente de Bangladesh, no puede provocar indiferencia. Tuvo trabajo; compró un piso con hipoteca; hizo que su mujer y sus tres hijos se trasladaran a Menorca; la vivienda estaba en malas condiciones y pagó por su restauración; perdió el trabajo; se detectó aluminosis y tuvieron que salir del piso y alquilar otro. Ahora quería dar la vivienda para cancelar la hipoteca, cumpliendo con todas las condiciones de la Ley Guindos, y el banco no lo acepta porque no es su vivienda habitual. Este caso pone sobre la mesa cuestiones urgentes: los criterios de la banca para aplicar un código ético que responda a estas situaciones; unas nuevas leyes adecuadas a la realidad social; y atención social por parte de las administraciones que evite que casos como el de Fokos alienten la pobreza silenciosa. No puede ser que se deje de aportar dinero a la cooperación exterior y que tampoco se actúe con la pobreza que crece en la Isla.