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El PP se siento cómodo, muy tranquilo, con una oposición fragmentada, pero sobre todo, con el primer partido de la oposición (PSOE) desgastado, sin frescura, lastrado por las reiteradas derrotas electorales, y encima, dando bandazos en Cataluña, sin otro poder en las autonomías y en los ayuntamientos, que no sea poco menos que testimonial, y lo más grave, lo realmente preocupante para el partido socialista, son las muestras de desafecto que reflejan las encuestas. Todo ello con un gobierno del PP que se lo estaría poniendo fácil a cualquier oposición que tuviera el afecto de los votantes.

La derecha va muy lentamente perdiendo escaños en las diversas encuestas que se publican. Todo y que ahora, está sumido en un remolino de aires contrarios, y ni aun así, el PSOE saca de ello una intención de voto favorable que pudiera hacer pensar que tiene verdaderas posibilidades en una confrontación electoral.

Lo único que el PP empieza a temer es a la calle, que la tiene muy enrabietada, cada día más hostil, con un peligro larvado de llegar a presentar focos o conatos de peligrosidad para la inmovilidad del actual sistema político.

En un año de gobierno de la derecha se han batido todas las marcas de huelgas y manifestaciones. El personal está demostrando cada día más claramente, que cuando el que manda no emana confianza, el que obedece pierde el respeto. Por si todo fuera poco, ahí está "la cosa", cada vez más grande y más putrefacta. Sí… sí, la cosa, así la nombra ya la ciudadanía.

¿Qué tal Juan? Mal… muy mal, la cosa está jodía. Mal va la cosa. La verdad es que la cosa está fatal, con decir que en un bar de Andalucía, han colgado un letrero así de grande que dice: "Prohibido hablar de la cosa".

La cosa está ya desbarrada, sin control y sin que estos políticos de nuestros pecados, demuestren fehacientemente intenciones de liquidar la corrupción o la cosa, cómo ustedes prefieran.

¿Qué la corrupción es difícil de erradicar? Puede, pero por lo menos prueben a poner penas especialmente severas al que se demuestre que se ha lucrado o ha propiciado que otros se lucren ilícitamente. Penas ejemplarizantes, y en los cargos electos o públicos, penas especialmente coactivas, y no cómo pasa ahora, que lo primero se tarda una eternidad en tener alguna sentencia culpativa. Luego sucede que cuando no ha prescrito a base de dilatar y dilatar el tema, nos encontramos con algún defecto de forma en la instrucción sumarial. El caso es, que son contados los que acaban en el "trullo". Y si eso sucede, rara avis, aún queda esa decimonónica prerrogativa del indulto gubernamental, el mal llamado derecho de gracia, donde algunos políticos, incluso banqueros, han encontrado del hundimiento del titanic de su dignidad, la tabla salvadora de su naufragio jurídico.

Causa vergüenza que el PSOE y el PP a estas alturas, nos cuenten esa vaina de la regeneración política y no sean capaces de frenar entre sus propias tropas, a los corruptos. En sus torpezas, no se les alcanza que con lo mal que lo está pasando la gente que lo pasa mal, que en estos tiempos son ya millones, ven por acción o por omisión, culpables de la cosa a los políticos, que llevan toda la democracia en este punto, transitando por la trocha de la desidia, lo que puede acabar por acabar muy malamente. Pero ellos siguen con la cansina letanía, ya casi una cacofonía del "y tú más". Ya lo verán ustedes en El Debate de Estado de la Nación, el estado de la cosa con la exaltación del "y tú más".