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El Papa Francisco I, en su primera aparición pública, se ha mostrado dispuesto a servir a la Iglesia y a la sociedad. Y no solo con palabras. Vestido totalmente de blanco, con una actitud humilde, ha puesto el acento en la fraternidad, ha rezado y ha pedido una plegaria a los fieles que llenaban la plaza de San Pedro. La elección del nombre Francisco ya indica un sentido profundo de su misión en este segundo pontificado del siglo XXI.

Con sus raíces en América Latina ha de aportar fuerza y frescura a los valores evangélicos para muchas personas que buscan un sentido profundo de la existencia, una actitud de servicio y amor a los demás y un compromiso con la sociedad. También ayer invitó a los cristianos a vivir la espiritualidad de una forma auténtica.

La sorpresa de su elección por parte de los 115 cardenales también muestra una Iglesia que busca al mejor pastor para emprender un nuevo camino, capaz de interpretar los signos de los tiempos a la luz del Evangelio.

Francisco I ha despertado una nueva esperanza. La importancia de su elección se ha comprobado por el interés en todo el mundo de ser testigos del inicio de una nueva época para la Iglesia.