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La Fira del Camp, celebrada durante el fin de semana en Alaior, ha vuelto a ser un éxito, tanto de participación como por el alto nivel exhibido en el concurso morfológico de ganado bovino. Ha sido de nuevo la gran fiesta y el escaparate de un sector que, sin embargo, está atravesando por unos momentos muy difíciles y que contempla el futuro desde la incertidumbre. La actividad agrícola y ganadera, que mantiene el paisaje rural como uno de los atractivos de la Isla, lleva demasiados años lastrada por la pérdida de rentabilidad. En este contexto, el goteo de cierre de fincas no cesa. El análisis de los problemas que padece el campo está suficientemente debatido, lo que se necesitan ya de forma urgente son respuestas. Por ello, las administraciones no deben ceder en la presión para lograr de la Unión Europea un régimen de ayudas específico que compense el sobrecoste de la insularidad. De igual manera, es importante que la nueva Llei Agrària de Balears garantice el marco adecuado para la revitalización, modernización y supervivencia de unas explotaciones que hoy han de sortear demasiados obstáculos. En definitiva, y ante el nivel que ha alcanzado la crisis, es la hora de las soluciones.