TW
0

El Ayuntamiento de Es Migjorn quiere abrir este verano dos playas de su municipio para que los dueños de perros lleven a sus mascotas. La decisión se debe debatir mañana en sesión plenaria y, dado el elevado número de comentarios y de reacciones airadas que ha suscitado la noticia en nuestra web -éstas últimas sobre todo por parte de los detractores de la idea-, parece que la cuestión no está exenta de polémica. Lo cual demuestra una vez más lo difícil que es la convivencia en cualquier lugar donde se reúna más de una persona, con o sin mascota.

En la playa, además de los perros, pueden también molestar los que entierran colillas en la arena, aquellos que teniendo espacio prefieren poner sus pies lo más cerca posible de tu cabeza, los que a toda costa quieren hacer partícipe de su conversación o su música al resto de la gente, los que entran en el agua y dejan un cerco a su alrededor de pringoso aceite bronceador, o algunos que se empeñan en mostrar su desnudez cuando la estética aconsejaría que dejaran algo para la imaginación. Para gustos, los colores.

Dos playas, una de ellas Cala Fustam, a la que se llega tras un buen rato de camino, en una isla con numerosas calas para elegir no me parece un derroche de espacio y es positivo para aquellos, ciudadanos que también pagan impuestos, que quieren visitarlas con sus perros. Siempre partiendo de que habrá un comportamiento adecuado que evite molestias al resto de usuarios. La iniciativa es a mi entender acorde con los tiempos y con lo que sucede en otros países europeos. Existe además una demanda de turistas, creciente, que quieren viajar y alojarse con sus mascotas, y disfrutar, por qué no, de un paseo con ellas a la orilla del mar.