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La situación económica de la eurozona sigue siendo muy delicada e irá a peor en sus nocivos efectos sociales desequilibrantes si las autoridades correspondientes, en especial del BCE, no cambian radicalmente de política económica; y por supuesto, también es imprescindible que así lo hagan los gobernantes nacionales. Los gobiernos de las naciones periféricas de la eurozona deberían tomar ejemplo de la actitud chipriota y establecer entre ellos alianzas para rectificar las medidas imperantes provenientes de la mano tedesca y encontrar las vías adecuadas para hacer frente al declive económico (desde hace tiempo estamos en depresión, no en crisis), que se hallan en el enfoque keynesiano, no en el del "laissez faire", que equivale al oportunismo financiero especulativo e individualista, con flecos de anarquismo de derechas.

La eurozona es un engaño en cuanto persiste la prima de riesgo diferenciada de los intereses de la deuda alemana, se enterraron los proyectos de eurobonos y se opta por desmesurados recortes dinerarios que se convierten en usurpaciones de recursos ajenos por mecanismos inaceptables, que son contrarios a conductas correctas de buen hacer; y no sólo opuestos a lo que serían las técnicas propias de una verdadera unidad monetaria. El resultado es liquidar la convergencia económica de los países miembros que en su día era imprescindible conforme el tratado de Maastrich, cuyos objetivos han quedado en la trinchera de los usurpadores y en el sueño de los ilusos, que también desgraciadamente "haberlos haylos".

Es obligatorio pagar las deudas, pero habría que discutir, revisar y negociar a fondo, los plazos de amortización y los tipos de interés cuando son cambiantes y claramente abusivos. Convertir en deuda pública las deudas de entidades financieras privadas debería ser analizado con rigor en términos de legitimidad y ética social. ¿Qué ha sido de la función social del capital y del concepto de "bien común" entre las esferas de quienes tienen responsabilidad social? La irrupción de los efectos socialmente perversos del liberalismo decimonónico en la política y en determinadas prácticas empresariales provocó que el papa León XIII en 1891 publicara la encíclica "Rerum Novarum" en defensa de la clase obrera condenando los abusos capitalistas; y en España, años antes (1884) se había publicado con la entusiasta aprobación de varios prelados y con el 'placet' no escrito, pero expresado oralmente por León XIII, un amplio panfleto titulado el "Liberalismo es pecado".

En los últimos decenios de globalización financiera, auspiciada por el resurgimiento del "laissez faire" en las prácticas económicas, donde lo que predomina es el capitalismo especulativo, es decir financiero y no industrial, estamos asistiendo a una situación de creciente explotación de la mayoría de la población por una minoría de pudientes y bancos que se arrogan ser acreedores en términos descontrolados por ausencias gravísimas de regulación jurídica de los mercados europeos y nacionales, que raya la crueldad usurera. Dicho de otra manera, la globalización ha revivido, con mayor fuerza y alcance el capitalismo salvaje del siglo XIX que en su día fue condenado expresamente por la Iglesia católica.

Este empuje capitalista viene impulsado por una estratégica difusión de doctrina liberal, que en economía se traduce en el pensamiento neoclásico y en parte austríaco, que tiene puestas sus miras en descalificar el pensamiento de John Maynard Keynes, confundiendo a menudo las teorías de éste, recogidas en su "Teoría General del Empleo, Interés y Dinero" (1936), con las de sus secuaces no tan atinadas como las de su mentor.

Lamentablemente las prácticas y medidas económicas de las autoridades de la eurozona siguen a "pies juntillas" las doctrinas neoliberales del "laissez faire". El resultado, se está viendo, es el empobrecimiento de la mayoría social y el enriquecimiento espectacular de unos pocos. En España la pobreza supera el umbral del desempleo, alcanzando la miseria, ante la palabrería de unos que hablan de medidas de recuperación, de indicios de ello, incluso alguno tiene el arrojo de declararse keynesiano; pero todo queda en agua de borrajas y se sigue haciendo el juego a los neoliberales del centro de Europa.

Intentaré seguidamente exponer las características del paradigma de Keynes, que desarrollaré en artículos sucesivos. Vayan previamente un par de consideraciones. En Keynes el objetivo de la política económica es el empleo y la renta, cuyo crecimiento se ha de obtener del lado de la demanda de inversión y de la innovación tecnológica, la cual tira de la oferta monetaria que es endógena al sistema y el tipo de interés es exógeno. Todo lo contrario que en los neoclásicos quienes consideran el sistema en equilibrio de pleno empleo a largo plazo y el motor del crecimiento viene del lado de la oferta, siendo exógena la oferta monetaria, así como para ellos el tipo de interés es endógeno, resultado de la oferta y la demanda.

Los neoclásicos no aceptan que exista paro involuntario y consideran que el incremento de la oferta monetaria crea inflación, atribuyendo neutralidad al dinero. Contra las prácticas de los neoclásicos de defender el descenso de los salarios nominales para hacer frente a la crisis, Keynes se opone a ello porque la disminución salarial reduce el consumo, clave del crecimiento y además aumenta el volumen de deudas. En términos muy esquemáticos las características paradigmáticas de Keynes son: 1) Keynes eliminó la hipótesis clásica y marginalista de que el sistema de libre empresa tiende al equilibrio de pleno empleo de modo automático. 2) Señaló que un alza de la Renta nacional a corto plazo provoca un alza más lenta en el consumo. 3) Rechazó la Ley de Say, de que la oferta crea su propia demanda. Así, los costes de producción (que se convierten en Renta para los propietarios de los factores de producción) no se destinan necesariamente al consumo agregado del producto. 4) La abstención del consumo tampoco supone necesariamente un incremento de la inversión. 5) Criticó a los neoclásicos que el descenso de los salarios monetarios sirva para superar una depresión, ya que los salarios son tanto un coste de producción como la base de demanda de bienes. 6) Efectivamente, si el descenso salarial provoca, por un lado, una caída de los precios, con el consiguiente aumento de competitividad de los bienes vendidos, por otro lado tiende a empeorar aún más la situación económica, porque aumenta la carga real de deudas y produce una transferencia de riqueza del empresario al rentista, reduciendo de hecho los márgenes de beneficio de los empresarios y en consecuencia se genera un descenso de nuevas inversiones; además, dado que las caídas de salarios disminuyen el poder de compra de sus receptores, habría que evitar aquellas medidas para impedir conflictos laborales. 7) Keynes fue uno de los máximos impulsores de la cooperación financiera internacional, durante y después de la Segunda Guerra Mundial, siendo impulsor de las organizaciones financieras internacionales de Naciones Unidas. 8) Keynes rechazó el viejo sistema de "Laissez Faire" e impulsó un nuevo sistema de crecimiento económico y de fomento del empleo. 9) Un gran logro de Keynes fue diferenciar entre economía real y economía especulativa y apuntar a que son mundos que no necesariamente se conectan. La primera se mueve por el espíritu de empresa, la segunda por los animal spirits o movimientos instintivos de optimismo-pesimismo y por la psicología del mercado (lo que piensas que piensan los otros). Y 10. También fue un gran logro introducir el concepto de paro involuntario.

Mi mensaje es que la alternativa a las erróneas políticas que padecen los países de la Europa periférica ha de radicar necesariamente en el enfoque de Keynes, de lo contrario no salimos de esta deflación.