Mi madre Juanita Ametller Pons, sentada y de pie su hermana Catalina. Abuela materna de José Piris Gaimundi

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El pasado sábado 30 de marzo, inicié este espacio publicando dos fotografías de Studio Napoleón, E. García, calle Carlos III, 12 de Mahón. Para cuantos lo ignoran, decir que así se llamaba la calle Nueva, antes de la república.

Como ya dije, son muchos años los que llevo de investigación sobre los fotógrafos de nuestra ciudad. Poc a poc i amb bones, voy escribiendo cuanto sé, cuanto recuerdo de lo que he ido escuchando, cuanto tengo anotado en mi archivo particular y que es mucho no tenc prous anys de vida per acabar-m'ho. De momento, los P. Sturla, Seguí, Femenías, Monjo, Ramonell, Montserrat, Casteret, Mora, Pons, Adrover y un largo etc. aguardan a que les llegue el turno. Jamás creí, aquel dicho de los últimos serán los primeros, la prioridad, pertenece a los que supieron mantenerse durante tres generaciones.

Para los mahoneses debería ser un orgullo haber estado involucrados con los Napoleón. Así se inicia la historia con ellos.

La compañía fotográfica, Napoleón, una de las más importantes de España y particularmente de Cataluña. El primero de marzo de 1875, el rey Alfonso XII, concedió a D. Antonio Fernández Soriano Napoleón el título de fotógrafo de Cámara, con el uso del escudo de armas reales en sus tarjetas y facturas, siéndole concedido por ser el primer fotógrafo que retrató a su majestad al entrar en España.

Con el paso del tiempo el hijo mayor de aquella familia, se convirtió en el padre putativo y a la vez padrino de pila de Emilio García Quevedo, nieto de Damián Quevedo natural de Villacarlos, donde el joven pasó muchas temporadas, su amor por la Isla y especialmente por el primer pueblo que recibe el sol, le llevo abrir un importante estudio fotográfico, si bien, con anterioridad todos los años visitaba Mahón para realizar sus trabajos, además conocía muy bien a los fotógrafos de nuestra ciudad, por haber sido su maestro todos ellos aprendieron el oficio de retratista en la Rambla de Santa Mónica, los de mi edad hemos conocido aquel edificio como el frontón barcelonés.

Emilio Alfonso Claudio Carlos García Quevedo, nació en Barcelona el 23 de Enero de 1884, en la calle Diputación 344. Fue bautizado el 9 de febrero en la Catedral. Sus padres, Juana María Quevedo Arau (Arnau) hija de Damián Quevedo natural de Villacarlos, Menorca. Nacida en La Habana el 31 de diciembre de 1860. Falleció en Barcelona el 29 de septiembre de 1928. Su marido Claudio García Martínez, murió en Palmillas (Cuba), el 17 de noviembre de 1898. El matrimonio García Quevedo había tenido otro hijo, Manuel que falleció el 20 de noviembre de 1892 enterrado en el panteón familiar de Antonio Fernández Soriano y AnaïsTiffon (Napoleón). En esta historia que jamás podrá ser comprobada, se encontraba él. De si era o no el padre de Emilio García Quevedo, suponiéndose que era hijo de Emilio Napoleón, el que fue su padrino y el mismo que se casó con su madre cuando apenas hacía un año que había enviudado, algo que no cuadra con las costumbres de aquella época, ni tampoco la gran relación familiar con los que me atrevo a llamar abuelos putativos, los fundadores de la firma Napoleón. Y más teniendo en cuenta que el tal García, había dejado su familia hacía muchos años en Barcelona, partiendo hacia Cuba. La cosa no cuadra, per res.

Es tan apasionante la vida de esta familia la misma que llegaría a ser la del nieto del villacarlino, que me decanto por ir despacio y empezar tal como se inició la cosa:

Por estas mis fechas se cumplen dos años que el Archivo Fotográfico de Barcelona dio a conocer la galería de retratos más importantes de Barcelona durante la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, conocidos por Napoleón. Permaneció abierta hasta el 14 de mayo, un deleite para la vista y los sentimientos.

Diría yo que , Napoleón no fueron tan solo fotógrafos, en sus talleres disponían de dos reputados pintores alemanes, decoradores, con una exquisitez extraordinaria, entre sus empleados, un grupo de expertas peluqueras, modistas, las mismas que arreglaban a las damas de la alta sociedad y las principales cantantes de ópera que actuaban en el teatro del Liceo. Tan cercano al estudio.

Creo es el momento de hacer una puntualización, de cierto comentario muy antiguo pero que escuché en ocasiones, referida a un estudio para llamarlo de cierto modo, ubicado en Mahón.

Uno de aquellos días tormentoso de un invierno de pont i cova. Cierta señora decidió hacerse un retrato de posado para mandar a su esposo militar de carrera que se encontraba destinado en Marruecos. Al entrevistarse con el fotógrafo, recién llegado de Barcelona donde se suponía había recibido una esmerada formación, pidió ir a la toilette y arreglarse el pelo y cerciorarse que estaba guapa, cuál no sería su sorpresa al encontrarse con un peine dando evidentes muestras de haber sido usado, al quejarse, aquel que tanta propaganda venía haciendo en la prensa, le contestó con sus malos modos que le acompañaron fins ses portes verdes. Señora, aquí no es "a can Napoleón".

Al mismo retratista se le atribuía, haber contestado desairadamente a una señorita algo rellenita, que al contemplar, su figura a través de la foto, algo diría a su autor, y cuál no fue su sorpresa al escuchar, semejante respuesta: Aquí cada cual sale como es, si no le gusta vaya a casa Napoleón. Ambos comentarios vienen a reafirmar que Napoleón ofrecía un esmerado servicio, jamás hubieran contestado de manera tan poco educada.

Volviendo al tema que me ocupa, recordar que por estas fechas se cumplen dos años que el Archivo Fotográfico de Barcelona dio a conocer la galería de retratos más importantes de la ciudad durante la segunda mitad del siglo XIX y los primeros años del XX, la de los fotógrafos Napoleón, permitiendo ver los retratos de la sociedad acomodada.

El Ayuntamiento barcelonés en su apartado de Ciutat Vella añadió: Bajo el nombre comercial de Napoleón se esconde una raigambre de tres generaciones de fotógrafos desde la Rambla de Santa Mónica sede del edificio más emblemático de este estudio.

La galería de retratos que fundaron, el manchego Antonio Fernández Soriano y su esposa Anaïs Tiffon a los que con el paso de los años, se incorporó su hijo Emilio, que sería padre putativo del nieto de Damián Quevedo de Villacarlos.

Los Napoleón, incorporaron en sus talleres nuevas formas de trabajar la fotografía, todas las novedades que iban surgiendo, abriendo camino y modernidad, los primeros en hacer fotografía sobre cerámica, fotografías pintadas e introducir las tarjetas de visita. Destacaron por su calidad y presentación en los retoques desconocidos por aquel mundo, tal como decía un cronista de la época, los Napoleón eran capaces de estilizar cinturas y crear los decorados más imaginativos.

Anaïs Tiffon Cassan (Napoleón) nació en Narbonne el 18 de marzo de 1831, al sur del río Aude. Hija de Alexis Tiffon Barrau y Marie Cassans Peyras. El padre se dedicaba a 'perruquiere' y 'coiffeur' junto a otras muchas competencias. Algo parecido a los zapateros menorquines, que la mayoría de ellos ofrecían sus servicios de barbería. El señor Tiffon, también aparece como 'pedicure'. De este matrimonio nacieron seis hijos siendo Anaïs, o Anne, la mayor. ( Mª. de los Santos García ).

Aquella familia francesa se estableció en Barcelona en enero de 1846, o en diciembre de 1845, por lo cual Anaïs contaba 14 años. El cabeza de familia se estableció como barbero, cirujano y callista bajo el nombre de Napoleón Tiffon, colocando en su balcón sito en la Rambla de Santa Mónica piso primero de la casa nº 17 un rótulo con la inscripción. Salones para arreglar los pies. Parece ser que al año, se publicitaba (diario de Barcelona 14-9-1853)
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margarita.caules@gmail.com