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"La Hemeroteca" de este periódico recordaba el pasado viernes (50 años ya) un viaje que realizaron algunos bisuteros menorquines, entre ellos mi padre Nelson Gomila Sirerol, a la Feria de Lyon allá en 1963. Más allá del valor emotivo que haya tenido para mí ver publicado su nombre de nuevo, el recordatorio del "Menorca" demuestra la larga trayectoria con que cuentan los esfuerzos por internacionalizar y exportar los productos de nuestra industria manufacturera. A comienzos de siglo XX comenzaron a proliferar las iniciativas industriales en la Isla pero fue después de la Guerra Civil cuando aquellas actividades económicas llegaron a ocupar un lugar importante, decisivo durante décadas, en nuestro producto interior bruto.

Durante buena parte del siglo XX los menorquines demostraron tener grandes dosis de "iniciativa industrial". Los "tallers" caseros iniciales se fueron transformando en pequeñas empresas que dieron a conocer los productos fabricados en la Isla. Si Menorca ha contado con un buen nombre en el mundo ha sido, en buena parte, gracias a los industriales menorquines. Importar materias primas y tener el "know how" para transformarlas aquí y saber reexportarlas ha sido una meritoria labor de varias generaciones de menorquines: las que supieron competir con otras zonas productoras y consiguieron exportar grandes cantidades de bisutería y artículos de calzado a los cinco continentes.

Toda Europa, muchos países africanos, América del Sur y también Japón han importado/importan productos menorquines. En su día se suministraron cantidades ingentes de género a los grandes almacenes norteamericanos de la época (Gimbel Sacks, American Merchandise Co., Sears & Roebruck, etc). Desde California hasta Chicago, desde Nueva York a Florida, todos los importadores conocían los productos fabricados en una pequeña isla en medio del Mediterráneo. El nombre de Menorca sonaba en el mundo. Eso creó la riqueza y fundamentó el estado de bienestar menorquín. Creó burguesía.

Pero los tiempos han cambiado. Nuestra isla, ahora principalmente turística, se ha transformado en una emisora de servicios caros y, mayoritariamente, carentes de la necesaria calidad para competir con otros destinos. Con el handicap de estar muy mal comunicada, Menorca no está adaptada a las necesidades del mercado turístico actual. El turismo rentable requiere oferta de ocio y diversión. Las erróneas políticas llevadas a cabo (politizar la promoción turística, anulando el histórico Fomento, ha sido un tremendo error) han condicionado los resultados. A la vista está. El pretendido turismo ecológico y cultural es muy minoritario. Los turistas reclaman mayoritariamente descanso y diversión. No vienen a que se les eduque ni a ser instruidos (¡no vienen al colegio!). De ser la isla más rica de Balears hemos pasado a ser la más pobre (y con nulas expectativas de mejora). Si en un momento de su historia reciente Menorca supo adaptarse al mundo comercial (que ya estaba globalizado hace cincuenta años cuando los fabricantes menorquines tenían que competir con los que disponían de materias primas a pie de fábrica) ahora no sabe encontrar su sitio. La Isla ha perdido cuota de mercado en todos los sentidos. Menorca hoy no sabe competir. En estas condiciones ¿por qué se sigue pensando más en política que en economía?

Notas:
- Ronald Reagan y Margaret Thatcher (junto con Juan Pablo II) derrotaron al comunismo al provocar la caída del Muro de Berlín que certificó el final de la opresión comunista en Europa. Thatcher devolvió a los británicos el orgullo de serlo, levantó su economía y liquidó la extorsión de las Trade Unions. Ha muerto una gran personalidad. RIP.

- El pueblo menorquín ha hablado en la encuesta sobre si la Isla debería gastar dinero para ofrecer un regalo a la hija de quien pretende romper España, el tal Mas. Más del 92 por ciento está en contra (Que conste que yo no voté).