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CARTA DESDE OAK RIDGE, TENNESSEE (EEUU)

Benjamín A. Carreras

Uno de los atractivos de trabajar en Estados Unidos fue desde el principio la flexibilidad del sistema y la voluntad de diálogo. Esto se reflejaba también en la forma de trabajar de los políticos cuya finalidad iba dirigida a que lo más importante es hacer funcionar bien el país.

En el Congreso, siempre controlado por los dos grandes partidos con puntos de vista muy dispares, se llegaba con gran frecuencia a acuerdos entre ambos partidos. Evidentemente había las posturas públicas que cada partido tomaba antes y después de los acuerdos, pero en el momento clave eran capaces de encerrarse y pactar. En ambos partidos existía un grupo centrista de congresistas y senadores que podía trabajar juntos para mantener el país en marcha.

Esta actitud de los partidos ha ido cambiando en las dos últimas décadas. El partido Republicano se ha ido desplazando cada vez más a la derecha. Sobre todo en los últimos años, la aparición del grupo llamado Tea party dentro del mismo partido Republicano han radicalizado las posiciones de todo el partido. Incluso los políticos más centristas dentro del partido han ido tomando posiciones más extremas.

La serie de personajes histriónicos que se presentaron como candidatos a presidente dentro del partido Republicano en las últimas elecciones muestra claramente el cambio que ha habido en este partido en años recientes y su grado de polarización.

La consecuencia de estos cambios ha sido la imposibilidad de llegar a acuerdos sobre los presupuestos del Estado. A pesar de ser una de las misiones que anualmente tiene el Congreso, cada año se llegaba al limite de tiempo sin acuerdo. A consecuencia de esto se prorrogaba el presupuesto del año anterior en espera de acuerdo con todas las incertidumbres que eso representaba.

Mientras tanto, una reducción en los impuestos a lo niveles más altos introducido como medida temporal por George W. Bush ha expirado. Los republicanos quieren renovar esa bajada de impuestos mientras que los demócratas no. Esta discrepancia es otro obstáculo que impide progreso en las conversaciones sobre presupuestos.

Ya vimos durante el último periodo electoral que el candidato republicano, Mitt Romney, una persona con ingresos anuales de más de cien millones de dólares, había pagado de impuestos alrededor de un 13% de sus ingresos anuales, mientras un empleado de clase media viene a pagar un 25%. Ese es el estado de cosas que el partido Republicano lucha por mantener.

A la vez el déficit federal aumenta. Un gran parte se va en gastos de Defensa directos e indirectos relacionados con las guerras de Irak y Afganistán. Esto es una enorme sangría no solo de seres humanos sino también de dólares.

Esta incapacidad de negociar un acuerdo llegó a un punto crítico a fin del año pasado con el llamado abismo fiscal. La crisis se evitó momentáneamente, pero realmente solo se aplazó a marzo. Aquí hemos llegado y ahora viene el llamado secuestro.

El secuestro es parte de una ley sobre control de presupuestos que se aprobó en 2011 y que establece un límite en la deuda. El secuestro es un proceso automático de reducción del presupuesto que afecta a todas las ramas del gobierno federal. La razón de establecerlo fue para estimular al comité conjunto de reducción del déficit para llegar a un acuerdo sobre cómo recortar 1.5 trillones de dólares en un periodo de 10 años. Si el comité hubiera llegado a un acuerdo no habría secuestro, pero no ha sido así.

El secuestro introduce cortes sustanciales en Defensa pero también en capítulos sociales, enseñanza, investigación, etc. Las consecuencias de momento son imprevisibles y tendrán impacto en muchas familias de clase media, mientras las clases altas mantienen sus impuestos reducidos.

Quienes están en posiciones más vulnerables son los funcionarios o empleados de empresas subcontratadas por el Gobierno. Los primeros no perderán el empleo pero pueden ser enviados a sus casas cuando el dinero se acabe, naturalmente sin sueldo, así esta reducción efectiva de empleo no será visible en las cifras de desempleo. Los empleados a través de subcontratos perderán el trabajo cuando se agoten los fondos.

Así estamos contemplando como en España que los ricos se vuelven más ricos mientras el peso de los errores de los políticos se ceba en la mayoría de la población.