Sínia des Moret (carretera de Villacarlos) Mi padrino de pila, Francisco Cardona Llull, la autora de este trabajo a los catorce meses, sostenida por mi primo, "al cel sia", Pepito Cardona Villalonga, el 10 de octubre de 1945. Foto realizada por Juan Sturla (archivo Margarita Caules)

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Fue un 'no m'ho pens", al levantar el auricular, al otro lado "des fil de rallar enfora", me esperaba una grata sorpresa. Nada menos que Elisa Mus, la nieta de Teresa, con la cual fuimos vecinos de mi barriada, "sa des barrio", para algunos Ses Tanques del Carme. Compañera de infancia, de parvulario, de juegos interminables en la calle de la Concepción, con su tía Antoñita, siempre tan querida. Tu padre, Elisa, era muy pequeño y tu tío Jimy se encontraba navegando por otro planeta lejano al nuestro.

Debían suceder tantas cosas, el destino las tenía reservadas, con sus altos y bajos, que no voy a detallar. Pero sí comentarte, Elisa, que nuestros antiguos lazos de amistad se encuentran enlazados desde antes de 1900, como dirían algunos del siglo XX, provienen por parte de tu bisabuelo paterno, Mus y mi abuelo paterno Caules, "es segue", hombres de mar, que trabajaron duro, rodeados de dificultades, de privaciones y sinsabores. Hoy nos lamentamos de la crisis, ellos también la vivieron pero supieron tirar adelante gracias a que, a pesar que la mayoría no sabía de letras ni de nombres, nos aventajaban con su manera de ser, diferente a la actual, su palabra "anava a missa", el respeto, algo que nos lamentamos de haberse perdido por el camino.

No era esto lo que deseaba decirte, pero ya que estoy en ello te explico, como persona inquieta en saber del ayer, copio textualmente, para ti.

El 6 de mayo, se cumplirán ciento cincuenta y cuatro años que en el "Diario de Menorca", salió la siguiente noticia.

Uno de nuestros amigos nos ha enseñado el plano de un baño flotante cuya construcción se hará por acciones entre varias personas respetables. No está aún determinado el sitio de su colocación y antes que ésta se verifique lo participaremos a nuestros lectores (sic).
Efectivamente, gracias a un grupo de personas dispuestas a modernizar aquel puerto, se llevó a cabo la instalación de una caseta de baños, de las que tanto he hablado. Uno de sus componentes fue un antepasado de tu linaje. Y corrió el tiempo llegando de nuevo a otro mes de mayo, el 11 de 1915, Rafael Mus, nacido en 1810 en la calle de Santa Cecilia 5, instaló una nueva caseta de baños con carácter temporal, ya que después de las fiestas de Mahón, se desmontaba, "pam per pam" guardándose hasta la próxima primavera. En aquella ocasión se instalo en el muelle de Cala Figuera, cerca de donde se encuentra Sa LLiga.

La autoridad publicó la noticia para que los pescadores de esta localidad y demás gente de mar, entre ellos los mariscadores, dentro el término de ocho días pudieran hacer las reclamaciones que creyeran convenientes.

Mucho antes de la semana el pliego de quejas se había ido amontonando, los propios amigos y compañeros de trabajo "d'en Mus" no dudaban en dar su opinión, aquella caseta de baños haría quebrar sus ingresos, a partir de su apertura desaparecerían los "esparralls, pigells, besucs" y sus familias de peces, llevándoles a la ruina. Otros, los mañaneros, los que todas las mañanas con la llegada del alba bajaban a Baixamar para hacer un jornal antes de empezar en su puesto de trabajo, se lamentaban que aquella caseta y sus bañistas producirían la espantada de sepias y pulpos y, así uno tras otro se iban quejando.

Que te voy a explicar de las continuas quejas de los ciudadanos, algo que se ha ido repitiendo y continuará, y de lo cual tú estas bien enterada, por mucho que te empeñes en hacerlo lo mejor posible para todos, es imposible. Y ya que hablo de quejas, yo, mi querida Elisa, soy la primera que públicamente te pido me perdones, en cierta ocasión también me quejé a través de mi página, hoy lo lamento y, como dice el refrán que el rectificar es de sabios, no es que ahora pretenda subir de categoría "ni molt menos", pero si pedirte que me perdones aquel comentario que escribí la primera vez que tu habías sido nombrada para llevar a cabo las fiestas de la patrona. Después de dos años, todos hemos visto que lo has hecho muy bien, deseándote continúes en ello. Debemos ser realistas, no ha habido, ni hay ni habrá jamás ningún concejal que logre acertar para todos.

Bueno, por fin voy a decirte lo que deseaba escribirte al principio de la columna y que como de costumbre me he enrollado como una persiana según vocabulario gótico moderno, al estilo guay.

Al recibir el texto y leer el capítulo que debía leer en la Plaza de las Palmeras me alegré un montón. Fue el destino, la casualidad, un obsequio de mi dama del alba, la que me concedía la lectura de aquel pedazo de Antoñilla, la niña que subida en lo alto de Platero, le daba suavemente con los tacones de sus zapatos en la barriga, lo que promovió que Platero saliera trotando por el llano, mientras la muchacha se reía.

Elisa, te confieso que la primera vez que lo leí, fue en julio de 1957, día de mi onomástica, me lo regalaron mis padres. Lo compró mi madre aquella misma mañana al ir al mercado, algo cotidiano que se aprovechaba para hacer "es missatjes". Lo adquirió en la Casa de las Medias, de la Ravaleta, recomendado por el señor José y su esposa, que en estos momentos no recuerdo su nombre, pero sí lo encantadora que resultaba al público. Al salir de aquella tienda donde se encontraban tantísimos artículos, debió aprovechar para entrar en la pastelería Adrián y comprar "un born de dulses" para después de comer y para invitar junto a una copita de moscatel de la casa Farré a cuantos vendrían a felicitarme.

Lo leí en un tiempo récord, tanto que debía esconderlo de aquí y de allá. A causa de su lectura mentí en varias ocasiones. Mamá Teresa me preguntaba por los deberes, por los trabajos del colegio, por si ya me sabía la lección, a lo que siempre contestaba afirmativamente. No, qué va, Elisa, todo el tiempo del mundo lo dedicaba a las maravillosas historietas de Juan Ramón Jiménez. Estaba obsesionada, me veía corretear por la campiña, cruzar el río saltando, llamando a Platero, todo ello lo trasladaba a mi noria des Moret, donde me criaron, donde di mis primeros pasos, y donde también correteé al igual que Antoñilla, la que Juan Ramón Jiménez describía tan linda. Yo me dejaba llevar por mis fantasías, sueños infantiles que no compartía con nadie, a la chita callando, como después escuché en ocasiones a don Juan Hernández Mora.

Elisa, yo que tengo cromos, estampitas y papeles de caramelos del año del "tiruritlo", no tengo aquel tesoro, aquel precioso libro con el membrete de la Casa de Las Medias. Un día lo dejé, no sé a quien y aquel, no sé quien, no supo devolvérmelo. Decirte que lloré el que no se encontrara en mi estantería y compré otro con el aguinaldo de una Navidad. Y tampoco lo tengo, no, no lo presté, lo cambié por otro libro que sabía que a mi madre le gustaría mucho, era un 28 de febrero, día de su cumpleaños, no disponía de dinero, la hucha estaba vacía, mi padre a primero de mes cuando ingresaba lo que podía en la libreta, hacía lo propio en la mía, quedándome sin blanca. ¿Con qué iba yo a comprar un regalo? Tuve la idea de ir a casa de Pedro Fiol, frente a la pescadería, donde mi madre solía ir todas las semanas para alquilar alguna novela de Corin Tellado o Carlos de Santander, sus escritores preferidos, y Pedro que era una persona maravillosa, me admitió el Platero tan manoseado y tan leído por una novela nueva de trinca de Agatha Christie, titulada "Destino desconocido".

Ya ves Elisa, son cosas de la vida, cosas que pasan. Una vez más, gracias por tu invitación, ella me ha devuelto parte de un sueño infantil que tenía aparcado en algún lugar. Felicitarte por esta idea de las dos paradas de lecturas, una en castellano y otra en catalán, y que la mayoría de público no ha sabido valorar, pasando sin pararse, ni tan siquiera observar de qué iba la cosa, extrañándome que la prensa no lo hubiera comunicado, como tampoco haberle dado tan poca importancia.

Continúa con tu línea, recibe un abrazo de las mujeres "des lloc de sa figuera", mandándote un "paneret ple de carinyo i dues besades amb pipius.
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margarita.caules@gmail.com